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Comenzó suave, lamiéndole el lóbulo de la oreja derecha y plantando un beso en el mismo. Un gemido silencioso salió de su garganta. Acto seguido, la mordió y ella arqueó su cuerpo. Siguió así durante un tiempo indefinido. Quito el cabello colocándolo hacia atrás y dedicó el mismo tiempo a su cuello.

Su respiración comenzaba a sonar pesada y sus mejillas estaban muy sonrojadas, gemidos no podían evitar ser soltados por su parte cuando las manos ajenas se colaron debajo de su camiseta. Le había quitado todo, Anna estaba solo con unas bragas negras y se odiaba por no haberse puesto otra cosa más.

Elsa la obligó a mirarla y la besó de nuevo, una mano suya comenzó a ascender hacia el seno derecho, delineándolo con el dedo y provocando más suspiros en la detective. Hizo lo mismo con el otro mientras le decía una y otra vez lo enamorada que estaba de todas sus pecas. Anna no pudo evitar soltar un gemido cuando los labios de Elsa atraparon su pezón derecho, succionando y dándole aquel placer que no había sentido en años.

Por Dios, una mujer la estaba enloqueciendo con solo centrarse en sus senos mientras que con Hans debía fingir, él idiota no duraba tanto como ella quisiera y terminaba demasiado rápido, dejándola sola.

Las manos de Elsa se deslizaban por su torso, acariciando cada centímetro de su piel hasta terminar en su vientre. Un respingo cruzó su cuerpo cuando sintió el camino de besos que la platinada estaba realizando, besó encima de su ropa interior, lamió la cara interior de sus muslos y Anna se mordió el labio con tanta fuerza que probó el sabor de su propia sangre.

– Elsa~ – Soltó en un siseo que sólo ellas dos escucharon.

El sólo roce de su dedo sobre su intimidad la hizo estremecerse ¡y fue sobre la ropa!  Jadeó con el cálido aliento de la otra chica en su entrepierna, Elsa se había atrevido a deslizar la prenda hasta el suelo y besar sus piernas. La estaba volviendo loca, Anna se aferró  a las sábanas en lo que Elsa seguía con su estúpido juego para excitarla un poco más.

– Mierda – gruñó – ¡Mierda!

Elsa estaba entre sus piernas, lamiendo y succionando aquel pequeño botón que Hans nunca descubrió. Su lengua se movía con calma, provocando nuevas sensaciones en la pelirroja. Su mano terminó enredándose en el cabello de Elsa, tirando para sentirla más cerca de su entrepierna y que entendiera lo que necesitaba. Estaba cerca, su vientre no dejaba de tensarse.

Su cabeza se hizo hacia atrás mientras mordía su labio con fuerza. Comenzaba a quedarse sin aire y no solo se aferraba a las sábanas con fuerza, haciendo que estas se arrugaran, sino que seguía tironeando del cabello de Elsa, escuchándola reír.

– E-elsa...

Unas cuantas lamidas más y la pelirroja comenzó a convulsionarse y a gritar fuertemente, su mente parecía estar en blanco, toda la energía acumulada pareció desaparecer de su cuerpo, dejando paso a una sensación muy extraña. Se llevó su otra mano a la boca, ahogando los incontables gemidos que pedían salir de ella, Elsa seguía entre sus piernas, prolongando su orgasmo de una forma increíble que la hacía temblar.





















































Anna se sentó en la cama y miró su habitación hasta caer en el reloj digital. 9:30. Estaba llegando tarde al trabajo y también llegaba tarde a dejar a Heidi.

– ¡Mierda!

Se cayó de la cama cuando quiso levantarse, sus pies se habían enredado en las sábanas por el constante movimiento que sufrió durante su sueño y ahora debía aguantarse el dolor en la cabeza por el golpe. Se quitó la musculosa que usaba de pijama y la arrojó hacia la otra punta de la habitación, intentando buscar algo de ropa decente. Debía tener una excusa para dejar a Heidi tan tarde, incluso pensó en llevarla consigo al trabajo pero descartó la idea al recordar que dejó el trabajo de escritorio.

DAYLIGHT | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora