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Elsa nunca creyó que su cita terminaría en una persecución policial y con Anna dando órdenes por la radio... Al menos se cumplía su deseo de verla enojada porque estaba en lo correcto al pensar que se veía hermosa.

Anna conducía a toda velocidad por las calles de Nueva York en medio de aquella intensa persecución luego de recibir confirmación del uso de armas. Elsa, por su parte, estaba aterrada en el asiento del pasajero, rogaba en silencio por su seguridad mientras los autos patrulla seguían de cerca el vehículo. Podía sentir como su corazón latía desbocado, aferrándose al asiento y cerrando los ojos, mientras Anna maniobraba hábilmente entre el tráfico, esquivando obstáculos para mantenerse adelante y evitar ser golpeada por el auto ajeno. La tensión en el aire era potente, con el sonido ensordecedor de las sirenas y el rugido de los motores llenando el espacio, en lo que Anna mantenía la persecución, Elsa solo podía rezar por un final seguro.

« Hola Dios, soy yo...» pensó la residente aferrándose al chaleco que Anna le había puesto antes de iniciar.

– Elsa – llamó Anna intentando mantener la dirección del vehículo con una mano mientras la otra se movía a la guantera –, por favor dime qué sabes conducir.

– Uh... si – balbuceó – ¿P-por qué?

– Porque voy a necesitar que sostengas el volante y mantengas el auto en el camino cuando te de la orden, ¿de acuerdo? – explicó sacando un arma – ¿Me escuchaste, Elsa? ¡¿Elsa?!

No, Elsa no la estaba escuchando, su mente se había ido a la mierda cuando le dijo que debía sostener el volante. Ni siquiera se inmutó cuando Anna giró de una forma tan violenta pero sí cuando vio las chispas que aparecieron cuando una bala impactó en el capó del vehículo. Definitivamente se estaba replanteando todas sus decisiones y el cómo pudo decirle que no a la pelirroja cuando la hizo subirse. Escuchó como la detective cargaba el arma y ella solo volvió a rezar.

– ¡Ahora! – indicó Anna.

El torso de Elsa se inclinó desde el asiento del copiloto, sus manos aferradas con firmeza al volante en un intento desesperado por mantener el control. Mientras tanto, Anna se inclinaba hacia fuera, medio cuerpo extendido hacia el exterior del automóvil, apuntando cuidadosamente hacia el vehículo que estaba delante. Cuatro disparos resonaron en rápida sucesión antes de que Anna se metiera de nuevo en el interior del automóvil, su respiración era agitada mientras evaluaba la efectividad de sus acciones. Le había dado a las ruedas traseras y lo vio dar varias vueltas antes de chocar contra un poste de luz.

Elsa se esforzaba por mantener la calma, sus dedos tensos sobre el volante mientras intentaba entender qué demonios estaba haciendo. Anna logró recuperar el control del auto y detenerlo a unos metros del vehículo de los sospechosos.

– ¿Estás bien? – susurró Anna.

– Si, creo... – Elsa pasó saliva – Dios, jamás pensé estar metida en algo así.

Cuando confirmó que Elsa estaba bien, Anna descendió rápidamente del vehículo, con la intención de evaluar la situación y detener a los sospechosos. Se unió a otros policías que se acercaron para ayudar en el arresto. Mientras tanto, Elsa permanecía dentro del auto, su mente concentrada en el proceso que se desarrollaba frente a ella.

– ¡Ah! Miren nada más a quien tenemos aquí – rió Eugene.

Elsa bajó cuando vio a Anna pateando a uno de los sospechosos fuera del auto y colocando las esposas. Le decía algo que solo provocó que el hombre escupiera al piso.

– Pete De Vico, queda arrestado con varios cargos criminales entre ellos la venta ilegal de armas y personas. Tiene derecho a permanecer callado, todo cuanto diga podrá ser usado en su contra ante una corte legal. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagar uno la ciudad se hará cargo.

DAYLIGHT | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora