» diez

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– Está lloviendo... otra vez.

Abril y mayo eran los dos meses más lluviosos en Nueva York.

Elsa miró la ventana con el semblante cansado, no había tenido una buena noche en el hospital luego de tener que cambiar sus rondas para comenzar en pediatría. Le gustaba, era obvio, disfrutaba tanto de atender a esos niños y contarles alguna historia mientras los revisaba, se había esmerado en mejorar sus trucos para distraerlos cuando debían extraer una muestra de sangre o aplicar alguna vacuna. Pero era agotador, demasiadas energías gastadas en un turno de 36 horas. ¡Y no había visto a Anna en ese tiempo! Apenas se enviaron algún mensaje para poder seguir, la detective estaba ocupada con el juicio de ese lunático que usaba una máscara de Jigsaw y ella solo quería abrazarla para cargar energías.

– Al menos estamos bajo un techo – murmuró revolviendo su té – ... ¿Debería llamar a Anna?

– ... ¿tal vez? – Kristoff miró unos segundos el paquete de chips ahoy – Hazlo, necesitas una dosis de pelirroja.

Si la necesitaba, extrañaba estar abrazada a ella mientras la escuchaba leer algún informe. No era exagerada, ¿verdad? Solo fue un día y medio, quizás dos porque no la veía desde que abandonó su departamento tras calmar a Heidi debido a una horrible pesadilla.

Buscó su teléfono y se llevó la taza a los labios, dando un corto sorbo en lo que marcaba el número de la pelirroja.

Detective Oldenburg.

– ¡Detective! – sonrió al escucharla reírse al otro lado – ¿Cómo está?

Bien, pidieron un receso de diez minutos para que el jurado pudiera discutir... ¿Tú estás bien?

– Necesito una ducha y un poco de afecto, pero puedo sobrevivir unas horas más – confesó moviendo la taza –... ¿Quieres-

Si, puedo pasar por ti al hospital cuando acabe esto – habló Anna, podía escuchar voces a su alrededor por el eco del lugar y la voz de Eugene llegó –. Els, debo irme. Ya van a dictar la sentencia. Prometo enviarte un mensaje cuando esté llegando.

Kristoff notó el rápido cambio de humor de su amiga al verla sonreírle a la pantalla del teléfono. No evitó burlarse de ella cuando la vio esquivarlo con una rapidez impresionante cuando el beeper vibró y el grito de Cinderella pidiendo permiso mientras empujaba una camilla.

– Voy a necesitar más... – Kristoff miró su tercera taza de café y suspiró antes de acabarla – ¿Quien me mandó a estudiar medicina? ¡Nadie!

———

Anna la estaba esperando en la entrada del hospital cuando su horario terminó. Sonrió apenas la vio, era lo mejor de su día si era completamente sincera. Dejó que la pelirroja la abrazara por la cintura y Elsa pudo suspirar sin perder la sonrisa, restregando su rostro en el piloto que estaba usando la detective.

Cuando se separaron, Anna la besó en los labios. Si, eso había estado necesitando desde que comenzó a trabajar.

– Te extrañé – confesó la residente ocultando su rostro en el cuello de Anna –, te extrañé mucho.

– También yo – rió –, pero quisiera que entraramos al auto porque debo ir por Heidi, ¿sí?

Elsa lo aceptó, metiendo su bolso en la cajuela mientras Anna escribía algo en su teléfono. Apenas se sentó en el asiento del copiloto, volvió a sentir los labios de Anna sobre los suyos, los había extrañado tanto y deseó no tener que separarse por un largo rato.

– ¿Comiste algo?

– Si, Bulda nos sorprendió con pizza porque, según ella, es más rápido comerla y no tenemos que ensuciar mucho – repitió la platino divertida –... luego Mulán trajo unos baos y dumplings, creo que le gustarán a Heidi.

DAYLIGHT | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora