NICOLE

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La luz de las farolas se filtraba por los ventanales de la fábrica, iluminando la habitación en un resplandor anaranjado. Abrí los ojos y me encontré atada a una silla, en el centro de la habitación.

La habitación estaba llena de maquinaria industrial, y el aire estaba cargado de polvo y humo. Las paredes estaban pintadas de un gris oscuro, y el suelo estaba cubierto de escombros.

Me costó unos segundos recordar lo que había pasado. Ahora estaba despierta, y estaba sola. Empecé a retorcerme, tratando de liberarme de las cuerdas. Pero las cuerdas eran demasiado fuertes, y no podía librarme.

De repente, la puerta de la fábrica se abrió, y un hombre entró. El hombre era alto y corpulento, con un rostro cruel.

- ¿Ya estás despierta? - preguntó el hombre y levanté la mirada mirándole con odio.

- Maldito italiano de mierda. - dije medio mareada. - ¡Me drogaste! - mi cabeza estaba apunto de estallar.

Veo como sonríe en burla, le hace señas con la cabeza a uno de sus hombres y ese le trae un pequeño vaso con un líquido verde.

- Toma. - dijo posándolo en mi cara. - Así se te quitará el efecto de la droga.

- No quiero nada que provenga de ti. - le espeté mi me agarró del cabello levantándome la mirada.

- Es por tu bien, mocosa. - dijo y me reí como drogada que soy.

- ¿En serio, Matt? - dije. - ¿Tan difícil es vencerme que mandaste a cinco hombres detrás de mí? - él me ignoró.

- ¿Qué hacías en un minimarket a las cuatro de la mañana? - preguntó y rodeé los ojos.

- Buscaba cucarachas. - me burlé y suspiró cansado.

- Bebé esta mierda y acabemos de una puta vez. - dijo y protesté.

- Que aburrido eres. - sonreí como una niña inocente.

- Me das asco, Clinton. - me agarró del cuello.

- ¿Si tanto asco te doy, por qué me metiste en tu cama? - sonreí coquetamente y vi como tragó grueso.

- Antes no eras una traidora de mierda, y tampoco te habías acostado con mi hermano. - hice cara de asco.

- ¿Si tan traidora soy, explícame cómo puedo hacer que todo tu cuerpo reaccione a mi? - me acerqué más a su cara. - ¿O cómo te brillan los ojos al verme? - me burlé. - No sé, creo que es cuestión de todo. Sabes... igualmente todos me desean. - dije para provocarle, este tragó grueso, se quedó congelado sin decir nada, sabía que mis palabras hacían efecto en él.

- Mantén la boca cerrada, bonita... - me agarró del pelo de nuevo y se aproximó a mi cara.

- No digas esas cosas, sabes perfectamente lo que te gustaría que te haga mi boquita... - necesitaba provocarle, siempre conseguía este efecto en él.

- No volveré a caer en tus trampas, Nicole. - dijo este alejándose. - Ahora se niña buena y bébete esto. - me volvió a ofrecer ese vaso con líquido de color verde.

Lo miré seria, aburrida y con asco. Me levantó la cabeza, me hizo abrir la boca y me metió todo ese líquido en la boca. Se agachó y me sonrió victorioso por haber conseguido que "bebiese" ese vaso. Lo peor era que no sabía lo que se esperaba.

- ¿Tan difícil es hacerme caso...? - le interrumpí porque le escupí todo ese líquido retenido en mi boca en la cara. - Serás... - se alejó fulminándome con la mirada.

- No me arrepiento nada de haberte "traicionado". - sonreí dulcemente, se me acercó y me metió un puñetazo en la cara.

El sabor líquido, amargo y salado de color rojo recorrió mi labio. Estaba sangrando, y joder el gusto que me hacia. ¿Me había dolido? Que va, no sentí nada y lo que más le jodía al señorito que tenía delante de mí es que estaba sonriendo, estaba sonriendo porque me había golpeado.

Dangerous: Juego TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora