MATTEO

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Me encontraba en el comedor de la prisión con los demás prisioneros. Scott estaba a mi lado sin articular ninguna palabra mientras saboreaba su almuerzo, mientras yo miraba la comida con cara de asco.

Y sí, no había superado aún la comida casera que preparaba Nicole, para mí siempre será la mejor comida que he probado del mundo.

― Así que, Scott, ¿qué sabes sobre las operaciones de Giovanni? ― pregunté, tratando de ocultar mi ansiedad tras una aparente calma.

Scott se quedó callado masticando el puré de patatas, hasta que tragó y se volvió diciéndome:

― Giovanni está involucrado en una red bastante grande. Contrabando, tráfico de drogas, incluso negocios ilegales en el extranjero. ― explicó, manteniendo la voz baja para evitar llamar la atención de los demás reclusos.

Sus palabras resonaron en mi mente, revelando la extensión de los crímenes de mi hermano. Aunque no me sorprendía del todo, cada detalle añadía una capa más de complejidad a la sombría figura de Giovanni.

― Necesitaré más detalles si quiero presentar algo sólido en mi defensa. ― comenté, pensando en la estrategia legal que Ivan estaba trabajando. Este continuaba jugando con el tenedor y volvió a comer.

Este me miró fríamente después y luego hizo un sonido con su garganta para decirme:

― Escucha, Rusonni, necesito que hagas algo por mí. Si alguna vez sales de aquí, quiero que cuides de mi familia. ― dijo susurrando apoyando sus manos sobre aquella mesa sucia.

― Scott, saldrás de esta también. Verás a tu familia y estarás feliz. Haremos lo que esté a nuestro alcance para asegurarnos de que todos salgamos de este infierno. ― afirmé y él me miró con duda.

Luego asintió con una mezcla de gratitud y determinación. Era evidente que, a pesar de su actitud ruda, el vínculo con su familia significaba todo para él. La cárcel no era un lugar fácil, pero la idea de reunirse con sus seres queridos le proporcionaba un motivo para seguir adelante.

― Gracias, Rusonni. Haré todo lo posible para ayudarte desde aquí dentro. Cuando salga, estaré a tu disposición para lo que necesites, lo juro. ― su voz reflejaba una mezcla de seriedad y agradecimiento.

Mientras estábamos charlando, de la nada un hombre alto y gordo se nos acercó mirándonos mal. Este se llevó el plato de comida de mi compañero y Scott le miró muy serio como si le estuviese matando con la mirada, así que al ver cómo aquel hombre se giró yéndose después de comer el plato de mi compañero, me levanté, seguí a aquel hombre y le toqué el hombro.

― Disculpa, te acabas de llevar el plato de mi amigo. ― señalé a Scott atrás. ― Por si no sabías, cada uno tiene su propio plato, así que con que te hayas comido el tuyo, no te da derecho a robar comida sin permiso de otros. ― él hombre se río cruzándose de brazos.

― ¿Te crees que aquí te vamos a respetar, Rusonni? ― dijo con una voz muy grave. ― Para nosotros eres mosca muerta, suficiente con tener al lado a una zorra como Clinton. ― allí sentí que la sangre me quemaba la piel.

― ¿Qué dijiste? ― dije clavándome las uñas en las palmas de mis manos manteniendo la compostura.

― ¿Acaso lo que dije es falso? ― se volvió a reír y acabé metiéndole un puñetazo en toda la cara.

― Con mi mujer no te metas, hijo de perra. ― dije, éste volvió su mirada fría, me agarró del cuello levantándome en el aire y me tiró contra una mesa partiéndola en dos.

Oh, mierda... El dolor de mi hombro se hizo más doloroso, y eso que por fin empezaba a recuperarme. Intenté levantarme, poniéndome en pie y en posición de ataque.

Dangerous: Juego TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora