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Stella Fraser

Poe me invitó a pasar, atravesé el jardín hasta llegar a la puerta de su casa, la atravesamos y finalmente pude observar su casa; habían cuadros desde los más hermosos hasta los más retorcidos

—Hermoso—susurre mirando ese cuadro tan extraño, mire las esquinas, alguna marca y no había nada, no tenía firma—¿Autor?

—Es un secreto—dijo son una sonrisa. Tomo mi mano y me llevo a un gran salón, era la biblioteca, habían libros de todo tipo, grandes o pequeños, todos los colores y un olor a libro antiguo. Había una escalera con rueditas para alcanzar los libros más altos

—¿Cómo en la Bella y la Bestia?—pregunte observando el majestuoso lugar

—Sí, aunque, mi amor, en esta historia solo hay dos bestias—susurro guiandome hasta una silla—¿Quieres algo?

Negué con la cabeza lentamente, mire a Poe a los ojos y no pude evitar sentir tantas cosas.

—Te extrañe—dice poniendo su mano en mi cintura—dos semanas... Se sintió eterno

—Que cursi—comente soltando una risilla

Poe sonrió y se acercó hasta mis labios, me beso con fuerza y finalmente me mordió provocándome una herida, yo hice lo mismo con él, sintiendo el sabor metálico los dos reímos.

—Nunca te lo había dicho pero cuando te beso tus pupilas se dilatan tanto que tus ojos parecen negros—menciono sobre mis labios aún—¿me amas, verdad?

—No es amor lo que puedo sentir precisamente —aclare para después poner mi mano sobre la suya—algo más fuerte, más puro más... Oscuro.

—¿Más noveno? ¿Más sangriento? Me parece mucho más divertido —pronuncio con diversión en sus ojos

Desvíe mi mirada hasta el inmenso cuadro de Poe en el fondo de su biblioteca, tenía puesto un traje negro, su cabello peinado a la perfección, no estaba sonriendo pero se veía una notoria diversión en sus ojos.

—Carajo, Poe, ¿cuánto tardaron haciéndolo?—pregunte levantándome para apreciar el cuadro mejor

Poe me siguió y los dos observamos, al fondo había una presa con cadenas y en la mesa al lado de Poe una ambrosía.

—Unos seis meses, fue divertido el proceso—explico sonriente—soy hermoso, ¿no?

Lo mire a los ojos sin decir nada pero tenía un semblante curioso y divertido.

—Nah, no tanto —dije finalmente volviendo a la mesa

—¡Admite que me amas!—vociferó con entusiasmo—admitelo, no te niegues a ti misma

—Admito que me mareas—bromee quitando el cabello de mi rostro

—Ah, Fraser, todo un iceberg.

Poe y yo nos miramos por unos segundos, los dos nos decíamos tanto con la mirada, teníamos tanto por vivir, por experimentar.

Quería a Poe de verdad, a mi manera.

—No juego contigo, Fraser, quiero... Quiero oficiar lo nuestro—murmuro—así de mal me tienes, mujer.

—¿Poe Verne? ¿Oficiar una relación? Cómo cambian las cosas

—Si es contigo sí—aseguró para después guardar silencio

¿Hablaba en serio?

¿De verdad? ¿Poe Verne? Mujeriego, sádico y desenfrenado, ¿de verdad quería algo serio?

—Tú eres mía, Fraser—asegura con suficiencia poniendo su mano sobre mi cuello

—¿Y como estás tan seguro de eso?—consulte levantándome para dirigirme a la puerta, no podía llegar tarde a mi casa.

—Te tome como mía desde la primera vez que te ví—confeso siguiendo mis pasos, su voz sonaba severa

—Yo igual, Poe Verne. Desde la primera vez que te ví.

Él abrió la puerta y antes de que me fuera me tomo de la cintura para después dejar besos en mi cuello.

—Te veré mañana en la cabaña—avisó muy seguro

—¿Y quién dijo que iría?

—Tenemos cosas que hablar, Fraser.

Gallowdance [Poe Verne × tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora