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Stella Fraser

Estaba concentrada en mi examen, había estudiado demasiado y sí que me había servido, respondía con claridad y seguridad sin duda alguna de que lo estaba haciendo bien. De vez en cuando veía al profesor echarme una que otra mirada con una ladina sonrisa de orgullo. Finalmente me levanté y camine hasta la mesa del profesor y dejé mi exámen, él lo tomo y empezó a revisar por encima con una sonrisa.

—Vaya a sentarse, señorita Fraser—ordenó poniéndose sus anteojos.

Asentí y me dirigí a mi asiento, miraba como los otros estudiantes se veían estresados e incluso unos lloraban. Acomode mi bata blanca y me quedé ahí pensando en la inmortalidad del cangrejo hasta que la puerta se abrió, todos miramos y ahí estaba una mujer de unos treinta años que se veía muy bien con su cabello corto cobrizo y mirada verdosa.

—Lamento interrumpir, doctor Andersen—dice ella con un poco de vergüenza —pero se solicita la presencia de la señorita Fraser en la recepción, la estudiante de ojos diferentes.

Todos voltearon a verme y yo solo fruncí el entrecejo, me quite los anteojos y después mire al profesor que me hizo un ademán para que saliera, me levanté y camine un poco pero ella me detuvo

—Con sus cosas, señorita—pidió ella

¿Que? Según yo no había hecho nada.

Camine con mis cosas y me acerque a ella, alzó su cabeza para mirarme un poco sorprendida

—Vaya, que- que alta—balbuceo ella, le di una pequeña sonrisa y camine junto a ella

—¿Hice algo mal?—consulte con la manos en los bolsillos de la bata

—Para nada, de hecho solo vinieron a buscarla, parecía urgente —explico con dulzura

—¿Buscarme? ¿Quién?—inquirí confundida

—Un señor, muy parecido a usted, ojos azules y gabardina morada, se llama Nicolás.

—Ah, es mi hermano—respondí extrañada

¿Por qué Nicolás tenía tanto apuro en verme?

Llegué a la recepción y ahí estaba mi hermano esperándome, en cuanto me vio se levantó y me abrazo

—Muchas gracias —dijimos al unisono a la chica

Ella asintió y con una sonrisa se despidió

—Vamonos—demando con una expresión algo preocupada

—Debe ser algo muy grave para que me saques de clase, Nicolás—comente subiendo a su auto

—Despues vendré por tu auto —dice empezando a manejar. Yo tome un cigarrillo y lo encendí, él me miró con fastidio—pareces una chimenea...

—Aja, ¿quieres uno?—consulte tomando otro

—Por favor—pidió, tome el cigarrillo, lo encendí y se lo paso

—Dime que ocurrió—ordene de una vez por todas—dime ahora mismo

—Es mejor que lo veas tú misma, Stella.

Llegamos hasta la casa de Nicolás. Él tomo mi mano y me guío hasta el sótano.

—Lamento pedirte esto pero necesito estar seguro de que es él y solo tú puedes confirmarlo.

Él señalo un cuerpo cubierto por una sábana blanca que tenía manchas de sangre.

Me arrodille y levanté la sábana para después sentir como mi mundo se caía.

Gallowdance [Poe Verne × tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora