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Stella Fraser Nilsen

Rápidamente gire mi silla para mirar a mi hermano, me levanté rápidamente y me coloque al lado de mi hermano, él era un poco más bajo que yo aunque era tres años mayor.

—¿Estuviste involucrado con Padme, verdad? Suponía que traías algo entre los puños desde esa cacería, Nicolás, fue muy peligroso —le reprendí—una cosa es esconder a las presas en esos refugios por lo que ocurrió con... Bueno ya sabes, pero, eso es un peligro pero estar abiertamente con una presa y en la cabaña, ¿cómo carajos siguen vivos?

—Nos arreglamos, hermana, pero todo estará bien y todo está bien, ¿okay?—me tranquilizo y me dió un abrazo junto a un beso en la frente—tú no debes meterte, Stella Florentina

—A mí no me llames así, Nicolás, estuvo mal lo que hiciste—respondí con frialdad sentandome en mi silla de nuevo—presas y novenos no deben mezclarse así

Nicolás me dedico una mirada de reproche, se sentó en la cama y dejo su gabardina morada a un lado

—Tú te mezclaste con Padme y con otras presas—rebatió con voz severa

—No te confundas, Nicolás, Padme es mi mejor amiga pero jamás le conté el secreto y las otras presas solo fueron diversión y bocadillos.

Nicolás soltó una risa ronca y se tiró de espaldas en la cama

—Entre tú y yo siempre serás la más... Bueno, desalmada—opino mirando al techo

—No entiendo tu obsesión por eso del refugio de presas, me parece hipócrita en algún punto—comente poniéndome mis anteojos enormes y mi libro de medicina 

—Tienes unas ojeras impresionantes, más de lo normal—me evaluó observando mi expresión de cansancio

—La tesis me tiene mal pero vale la pena, va excelente—explique subrayando una de las líneas para después empezar a anotar los apuntes en el cuaderno

—Me siento orgulloso, eres la mejor de la carrera y serás la mejor tesis—me felicitó levantándose y batiendo mi cabello en señal de cariño

—Y aún no termino de estudiar, falta la especialización y seré una gran psiquiatra—respondí sonriente

Nicolás sonríe y deja su mano sobre mi hombro

—Quiero invitarte mañana a la cabaña a tomar algo, casi nunca vas conmigo—comento mirándome sonriente

Apreté los labios formando una línea con ellos

—Soy hermética y lo sabes, la gente de la cabaña es... Ñe, no sé y tú tampoco quieres que vaya sola—le recordé mirando  el reloj—¿A qué hora es?

—A las nueve de la noche, ¿te parece?—consulto

—A esa hora no puedo, tengo un compromiso—dije negando con la cabeza—puedo más temprano, ¿a las ocho?

—A las ocho será.—confirmo acercándose a la puerta, tomo el pomo y me miro nuevamente—¿Que compromiso tan tarde?

—¿No me dejaras?—me burle mirándolo de reojo, él ladeó la cabeza esperando una respuesta—tengo una cita

—¿Cita? ¿Tú? ¿Y quién es el afortunado o afortunada?—preguntó interesado

—Solo es diversión, Nicolás, es una chica de la universidad que me fastidia mucho, ¿lo creerías? Bueno, dicen que hay que hacer el amor y no la guerra—explique encogiendome de hombros

—Tú de amorosa no tienes nada, ¿es una presa?—indagó alzando una ceja

—Necesito liberar estrés, ¿no crees?

—Los médicos deben salvar vidas, no quitarlas—menciono mirándome con complicidad

—Con la estupidez de esa tipa siento que muero cada día—bufé girando los ojos—no aporta mucho así que bueno, pasan que cosas.

Nicolás sonrió y salió de la habitación.

Continúe estudiando y haciendo apuntes por un rato más hasta que finalmente me bañe y me acosté a dormir, el techo de mi habitación tenía estrellas que brillaban en la oscuridad.

Antes de dormir pensé en aquel chico del bosque, el tal Poe, era atractivo, no lo negaba y tenía un algo que... Bueno, tenía curiosidad.


Gallowdance [Poe Verne × tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora