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Stella Fraser

Estaba descontrolada, caminaba de un lado a otro, mis tacones hacían eco por el suelo de madera. Nicolás me miraba con atención, preocupado y confundido.

—Stella, siéntate, estás roja como un tomate—dice Nicolás levantándose, se acerca a mí y pone una mano sobre mi hombro pero le di un manotazo

—¡No, no, no, no! No puede ser, ¡no puede ser!—grite jalando mi cabello—ese hombre, Nicolás... Él, lo que me hizo... Él...

—Stella, Stella, cálmate—pide dándome un abrazo—ellos nunca volverán a hacerte daño, hermana, no lo permitiré

Hundí mi cabeza en el hombro de mi hermano, él acaricio mi cabeza y suspiro

—No les bastó con matar a nuestro hermano y... Yo...

—No ocurrirá lo mismo, lo juro, llegaré hasta el fondo de esto y los mataré-

—Mataremos, a todos ellos, acabaremos con todos ellos, yo... Yo tengo que hacerlo, he querido hacerlo desde siempre. —dije con seguridad, Nicolás me miró con complicidad y sonrió

—Lo harás. Tendrás tu venganza, hermana—dictamino con firmeza y determinación —la tendremos los dos.

Me senté junto a él a mirar al cadáver de aquel gusano

—Se metió a escondidas, intento asesinarme.

—Y lo hiciste tú primero—musite sonriendo—espero que sufriera mucho

—Lo hizo, Fraser, si que sufrió.

Quise decir algo pero mi celular empezó a sonar, lo tome y era una llamada de mamá

Stella, ya me contó Nicolás lo que ocurrió—dice mamá algo preocupada —cariñito, lo siento mucho, tomate el día y yo hablaré con tus profesores para explicarles después.

—Ma, ya estoy grande para eso, puedo hablar con ellos—respondí para tranquilizarla, mamá seguía tratándome como una niña

Eres una niña aún, Stella, solo tienes veinte recién cumplidos. Yo hablaré con tus profesores, tomate el día, es más, para que te distraigas, ¿por qué no sales con él chico ese?—opina mamá con voz gélida

¿Que chico?

—Ese muchacho tan importante en la cabaña, el rubio de ojos grises—expuso mamá

¿Poe? ¿Cómo sabe tú lo de Poe?—cuestione mirando a Nicolás, él se hizo el desentendido

—¿Le contaste?—regañe a Nicolás

Oh, no fue tú hermano. Poe Verne llegó en la mañana con un enorme ramo de girasoles con rosas rojas y un hermoso sobre vinotinto, se veía muy feliz e ilusionado, como la traes mal—cuenta mamá

Así son las cosas entonces. Si Poe cree que con cartitas y flores podrá engatuzarme como una tonta pues está muy equivocado.

Jugaría con él y lo pondría loco pero yo no caería tan fácil.

No negaba que Poe me gustaba, era gracioso y atento pero no creía que él podía tomarse algo con seriedad y yo tampoco tendría el tiempo suficiente, no creo poder tener algo de verdad con alguien.

Tengo que hacer mi especialidad, irme de Asfil, incluso tenía una enorme casa estilo victoriano en Massachusetts y viviría allí cerca del bosque.

Yo no tenía tiempo para tonterías.

Y pues Nicolás tenía razón, Poe era un buen partido pero no creo que él sea capaz de formalizar y yo tampoco.

Yo veré sí salgo con Poe, mamá, después te hablo—me despedí—adiós.

—Adiós, mi nena.

Mire a Nicolás en cuanto acabo la llamada

—Mamá tiene razón, deberías salir con él para que despejes tu mente pero no a lugares peligrosos, ¿okay?—recomienda Nicolás

Y hablábamos con normalidad ignorando al cadáver al lado de nosotros

—Poe es un tonto—declare girando los ojos

—Un tonto que parece muy interesado en ti.

—Debe hacer lo mismo con todas, yo no soy todas y no tengo tiempo para eso—exprese renuente

—Ay, hermana—suspiro abrazándome—ya eres muy grande—él mira hacia arriba para verme a los ojos—muy grande para mi gusto y demasiado terca.

—Si como tú eres una mansa paloma.

Recibí un mensaje y cuando ví el teléfono era Padme.

¿Quieres venir a la cabaña un rato?

¿Tu enamorado?

—No, solo es Padme.

—Anda con ella, yo limpio esto.

—Gracias, Nicolás.

Y esa sería una tarde muy alocada..

Gallowdance [Poe Verne × tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora