XXX. Un poema

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El escándalo de la distinguida familia Taisho tuvo un impacto que duró al menos largas semanas, en donde el divorcio de ellos estuvo en especulaciones, en revistas, en canales televisivos

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El escándalo de la distinguida familia Taisho tuvo un impacto que duró al menos largas semanas, en donde el divorcio de ellos estuvo en especulaciones, en revistas, en canales televisivos. Todos hablaban de como la señora Taisho había pedido el divorcio, pero nunca mencionaba el porqué de su separación, lo que si ocurría era que fue contundente y no retrocedía en su decisión aun cuando Inu No le dedicaba serenatas y toda clase de acciones en busca de su perdón.

Solo que ni su esposa ni su hijo favorito querían verlo, Sesshomaru estaba del lado de su madre, estaba cuidando de ella y secaba sus lágrimas cuando la fortaleza de ella caía tras las puertas cerradas. Años casada con un hombre que le había mentido, que con los mismos labios que la besaban, besaban a alguien más. Un hombre que mantuvo otra familia durante todo su matrimonio, un hombre que ocultó un hijo.

Toda su vida parecía sacada siempre de un cuento, hasta ese momento se dio cuenta de que en realidad era una horrible pesadilla.

Sabía que el daño que él había dejado repercutiría y dejaría marcas que la seguirían, pero tenía fe en que un día todo mejoraría, que las cosas se pondrían en su lugar y quien lastimó a dos mujeres que solo lo amaron, recibiría su castigo.

Esas semanas también fueron duras para Kikyo, quien fue recibida por Izayoi e Inuyasha en su hogar, ellos habilitaron la habitación de invitados para ella, tratándola de una forma tan bonita que Kikyo lloraba en cuanto tenía la oportunidad. Porque el apoyo que esperó recibir de su madre, lo estaba recibiendo de una mujer que no tenía ningún compromiso con ella y aun así estaba dándole mejores palabras de aliento que su madre, quien no esperó una explicación para echarla a la calle.

Kikyo seguía con su trabajo, iba a la escuela y ayudaba a Izayoi en los quehaceres de la casa, buscaba tratar de hacer todo lo posible para que tanto Inuyasha como Izayoi no la sintieran un estorbo, porque si ellos también la echaban, ella no tendría un lugar al cual ir. Sabía que su paga del trabajo no era gran cosa, pero trataba de aportar todo lo que Izayoi le permitía.

Izayoi recibió una carta, Sesshomaru comenzó a hacerse cargo de la manutención de Inuyasha, ella pensó en rechazarlo, pero al final decidió que lo ahorraría para cualquier plan que quisiera tener su hijo en el futuro. Ella sabía que Sesshomaru lo hacía porque quería, solo por eso no desechó esa idea.

Sin darse cuenta, los tres eran personas con el corazón roto que estaban curándose a través de los demás. A pesar de que Izayoi ya era una mujer adulta, seguía siendo una persona. No importaba la edad que tuviera, todos hemos pasado por un corazón roto y el proceso de curación.

Izayoi se permitió tomar algunos cursos de belleza, ya que era algo que le gustaba. Disfrutaba aprender, mejor, disfrutaba comenzar a conocerse. Al principio tuvo miedo, pero el miedo no la detuvo de buscar cosas que llenaran su corazón, que le recordaran por qué tomó su decisión.

Así en que las tardes caminaba despacio a su casa mientras disfrutaba de los últimos rayos del sol, en las mañanas caminaba. Poco a poco sentía que iba sanando esa parte que ella misma había dejado que alguien más arruinara. Izayoi estaba conociéndose y eso le alegraba, se dio cuenta que una vez tomara la decisión, las cosas se dieron más fácil.

Un Poema Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora