Cuando los días parecen ser todos iguales, sientes que nada es correcto. Es justo esa sensación la que ha tenido Inuyasha durante muchos años. Su vida es siempre lo mismo, ver las mismas caras, fingir que todo está bien, aun cuando él no lo siente d...
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¿Por qué te alejas?
¿Por qué te alejas triste dolor?
¿Acaso ya se ha roto bien mi corazón?,
Te alejas y me quedo sola,
Te alejas y mi cuerpo y alma se desconectan.
¿Por qué te alejas bella soledad?
Esclava de la tristeza
Nostalgia divina.
¿Por qué te escondes detrás del cristal?
Te alejas cada vez más,
Te alejas y no quieres regresar.
¿Recuerdas cómo era la
felicidad?
Porque yo no la recuerdo
Solo la siento como un sueño lejano,
Como si se extinguiera poco a poco,
Como si tan solo fuera un mundo paralelo.
¿Recuerdas en que momento comencé a sufrir?
Fue cuando llegaste triste dolor,
Pero lo más extraño y absurdo es que también cuando te alejas lentamente y en silencio.
—¿Qué haces?—la pregunta de Sango hizo a Inuyasha cerrar el cuaderno con fuerza. Sango lo miró con curiosidad mientras estaban en la cancha de voleibol en espera de Miroku para ir a algún lugar. Ya se habían acabado las clases de ese día y ellos pensaban compartir una salida de amigos.
Solo que mientras esperaban Sango estaba recogiendo algunas cosas de la cancha e Inuyasha sin darse cuenta otra vez se encontraba pintando, solo que esta vez dibujó los ojos tristes y cansados de Kagome. Estaba odiando eso, era como si él no pudiese manejar lo que hacía y que el lápiz en su mano cobrara vida. Odio la sensación de que, aun no queriendo, sus manos le exigían plasmar sus pensamientos, pensamientos llenos de la chica de la que apenas y sabía algunas cosas a pesar de llevar casi un mes compartiendo con ella en ese lugar todos los días.
—Nada que una metiche como tú deba saber—respondió y Sango suspiró antes de jalarle el pelo con fuerza. El chico lanzó una maldición que hizo sonreír a la chica.
