III. Escucha mis lamentos

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Escucha mis lamentos

Lágrimas saladas adornan la piel clara de mi rostro,

Confundiéndose con la fría lluvia de ésta tarde,

Quisiera retroceder el tiempo para no sufrir de esta manera,

Como lamento el no estar

allí,

Ver tus fotos hace que me derrumbe en silencio,

Esperando que alguien escuche mis lamentos,

Quisiera pintar mi rostro en un triste lienzo,

Trazando líneas de soledad,

Pintarlo de dolor,

Resaltar el vacío en su

interior,

Callar los demonios de mi

Interior,

El saber que no te veré

Hace que mi corazón frío se oprima,

Las lágrimas por fin cesaron,

Pero el dolor sigue intacto.

¡Escucha mis lamentos y sálvame!


Kagome despertó agitada, su piel sudada, su respiración acelerada y sus manos temblando. Se incorporó en la cama sabiendo que ya no podría dormir más, ese era el pan de cada día. Una pesadilla cuando apenas y lograba dormir tres horas seguidas.

Paso sus manos por su rostro antes de sacar los pies de la cama, estaba cansada, muy agotada. Encendió la lámpara de la mesa de noche antes de caminar hasta el baño. Cuando sus manos tocaron el interruptor, el baño se iluminó.

Miró su rostro en el espejo, ya nada podía ocultar las enormes bolsas que vivían bajos sus ojos, el cansancio, la tristeza. Kagome hizo una pequeña mueca mientras lavaba su rostro buscando despejarse para alejar los recuerdos de aquella pesadilla.

La misma pesadilla que la perseguía desde hace al menos un año y medio. Se supone que para ese entonces ella debería estar bien, pero lo cierto era que estaba peor, no había mejoras.

Un Poema Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora