XVIII. Quemó

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Quemó

Cerca de la meta,

Correr ya no servirá,

Alguien más eligió por mí,

Quiero saber que pasó

Todo estaba bien,

Casi logre llegar

Pero al final me atrapó

El dolor me quemó.


Kagome no dejó de pensar en las palabras que Kikyo le había dicho, pensó en eso toda la noche, aun cuando al día siguiente había un nuevo poema, no se dignó en mirarlo, siguió su camino pensando en sus palabras. Tomó la primera clase, tomó la segunda, pero a la tercera se sentía demasiado ansiosa como para seguir, así que su camino fue a ese lugar que tanta tranquilidad le generaba.

Se sentó en su lugar y sacó todo para comenzar a escribir, sin embargo, las palabras de Kikyo seguían rondando en su cabeza, no la dejaban en paz. Tanto que ni la música ni escribir hicieron que sus palabras salgan e su cabeza.

Cuando Inuyasha apareció él saludó, pero Kagome no respondió el saludo, al contrario, todo en ella se estremeció.

¿Por qué siento la necesidad de explicarte esto?

La oración seguía molestándola bastante. Ella no encontraba una razón lógica a todo lo que ella le había comentado, ni siquiera eran amigas. Kikyo la había perturbado tanto con sus palabras que Kagome se encontró molesta con ella, por robarle la poca tranquilidad que tenía. Sin embargo, algo de lo que Kagome no se había percatado, era que estaba más molesta con Kikyo que ni siquiera pensó en todo lo que ocurría en su casa al llegar a ella, estaba demasiado pensativa para recordar que su padre prefería a Saori que, a ella, estaba tan enfocada que Sakura comentó algo sobre ella en la mañana y Kagome ni enterada.

Estaba tan molesta que la música se había detenido, y ella ni enterada.

—¿Pasa algo?—la voz se escuchó tan cerca que Kagome lanzó un grito asustado girando el rostro hacia donde provenía. Inuyasha se encontraba a tan solo un par de centímetros de ella, el corazón de Kagome salió a toda velocidad mirándolo.

¿Por qué siento la necesidad de explicarte esto?

Kagome parpadeó, la pregunta seguía taladrando su mente. No sabía qué pensar, Inuyasha no le interesaba de esa manera, estaba segura, pero entonces se encontró a si misma mirando esos ojos dorados tan apagados, pero con una pequeña luz que parecía iluminarlos muy al fondo, se encontró detallando su nariz, bajó la vista hacia los labios tan bonitos que tenía. Se encontró a si misma engatusada con lo que ella llamaba simpleza en Inuyasha, todo lo simple en ese rostro justo en ese momento le parecían más... atractivos.

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