XXXII. Un poema para ti

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Las semanas siguientes a la graduación fue compartir entre los cinco, salían al cine, al parque, un día probaron a tomar alcohol, menos Kikyo y terminaron haciendo el ridículo en las calles

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Las semanas siguientes a la graduación fue compartir entre los cinco, salían al cine, al parque, un día probaron a tomar alcohol, menos Kikyo y terminaron haciendo el ridículo en las calles. Sabían que todos estaban aprovechando cada momento y oportunidad porque no se verían en muchísimo tiempo.

Sango se iba por su beca, Miroku también se iría a la universidad. Kikyo logró obtener una beca completa, así que estaba ajustando un trabajo y la universidad, de esa manera podría pagar una niñera para su bebé cuando estuviera en clases, iba a ser difícil, pero ella trataría de lograrlo.

Inu No e Irasue se divorciaron, de hecho, de pasar a ser un hombre respetado, era la burla de todos. Irasue se enfocó en ella como mujer, sanaba y aprendía a valorarse.

Sesshomaru e Inuyasha continuaban formando su relación de hermanos, tanto que hasta Sesshomaru llegó a cenar con él e Izayoi. Poco a poco cada uno encontraba su camino, encontraba el ritmo que habían perdido, el ritmo que no los dejaba avanzar.

Izayoi logró poner su negocio de belleza propio de ella, al principio fue difícil porque no tenía clientela, pero poco a poco las recomendaciones hicieron que su lugar prosperara. Y fue así como el tiempo fue avanzando hasta ese momento.

El día llegó, era la hora de marcharse, cada uno buscaría la manera de tener un nuevo comienzo.

Kagome aceptó la propuesta de la editorial y también iría a la universidad. Quería ser poeta.

Inuyasha aceptó la beca en la universidad de artes.

Así que ambos pasaron mucho tiempo juntos, besándose, viendo películas, siendo una pareja joven normal.

—¿Por qué nunca me has escrito una carta?—le preguntó un día a Kagome. Ella estaba sellando la carta que le había escrito a su madre.

—Mis cartas son solo para personas que no están más en mi vida, si nunca has recibido una es porque no te quiero fuera de ella—eso hizo que Inuyasha la abrazara alzándola y besándola con fuerza.

Cada momento de ellos juntos marcó algo en el corazón de los dos, justo ese día Kagome se iba, se despidió de cada una de las personas que la recibieron con los brazos abiertos y le entregó el poema a Inuyasha.

—Dije que había un poema que tendrías, aunque no se trata de ti—besó los labios del joven y dándole una última mirada, se subió al auto, dejándolo con la mirada en ese vehículo que se alejaba con la chica de sus sueños.

Una semana después, Inuyasha tomó vuelo hacia la universidad de artes. Fue difícil el cambio que hubo en su vida, pero él recordó por qué amó tanto el arte, porque lo hacía sentir vivo.

Todos los días se escribían, charlaban, se llamaban. Trataban de que el cambio en sus vidas no apagara lo que ellos tenían. A veces alguno se dormía en medio de las llamadas por el cambio de horario, a veces había celos o inseguridades cuando alguno escuchaba la voz de alguien nuevo para ellos. Un día Kagome escuchó una chica ayudando a Inuyasha a estudiar, un día Inuyasha escuchó un chico hablar con Kagome.

Un Poema Para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora