Sangre caliente

791 56 105
                                    

El hielo, en forma de escamas y cuchillas, lo alejaban de ella. Sus piernas se mantuvieron enterradas contra la nieve y solo pudo presenciar esa escena una infinidad de veces. Se repetía sin parar. Cada afilada pieza destrozaba a Octavia, la masacraban contra la nieve y todo el blanco se volvía del color de su sangre. Y aunque Stolas quería acercarse, no la podía alcanzar.

Cuando despertó de aquel nítido sueño, abrió sus ojos opacos de par en par totalmente empapado de sudor helado y recuperó el sentido sobre su cama, o al menos lo que quedaba de ella. Le tomó segundos enteros reconocer el lugar en donde se encontraba. El ventanal estaba quebrado, las paredes y la alfombra estaban rasguñadas y destrozadas enteramente. Muebles, cristales, cuadros, todo estaba arrojado por todas partes y arruinado como si un huracán hubiera aniquilado la habitación o una guerra se hubiera desatado allí mismo.

—Stolas... ¿Puedes oírme?

La voz de Blitz llegó a sus oídos, la reconoció a su lado. No entendía que había pasado ni la razón de esa destrucción tan avasallante. Estaba perdiendo la cordura, se sostuvo la frente con una mano y trató de recordar inútilmente. Sin embargo, cuando enfocó sus ojos sin brillo en Blitz, una corriente de adrenalina y miedo intenso lo dejó sin respiración. El imp sangraba, un corte profundo cubría su hombro y manchaba sus ropas de sangre negra.

—¿Estás bien?! —se mantuvo arrodillado ante él, sostuvo a su pareja desde el hombro sano y jadeó muy fuerte— ¿Blitz, estás bien?!

Blitz tomó la mejilla de Stolas como si la situación no fuera grave. Después de todo, había recibido heridas mucho peores en su trabajo del día a día. A juzgar por la expresión desconectada y desorientada del príncipe, él no recordaba lo que había sucedido.

—Claro que si, he visto ese pájaro gigante en el que te conviertes muchas veces —lo intentó tranquilizar con una sonrisa nerviosa—. No le tengo miedo.

Stolas lo soltó y su rostro reflejó lo alterado y preocupado que comenzó a sentirse al instante. Ese sueño fue una pesadilla y todo su poder se desencadenó mientras dormía, en un estado en el que no podía medir su fuerza o controlar la naturaleza del demonio que residía dentro de su espíritu. Blitz sangraba, Blitz se quedó allí cuidando de él y abrazándolo mientras dormía.

—Estoy bien, hey —se apresuró a decirle el imp al ver como su pareja empezaba a sudar del más puro miedo— Stolas... Espera, no entres en pánico —lo sostuvo del brazo para que reaccionara—. De verdad es solo un rasguño.

—Tienes que irte o te haré daño —jadeó muy rápido tratando de recuperar aire ante su inminente desesperación—. No puedo controlar mi poder ni en lo que me convierto cuando duermo —se abrazó a sí mismo y luego se cubrió el rostro mientras se acurrucaba contra su propio cuerpo y sufría espasmos por el contundente pánico que lo invadía—. Tienes que irte. Tienes que-

—Escúchame bien —Blitz tomó sus manos y las quitó de su rostro, se acercó a Stolas y contempló como gruesas lágrimas emergían de sus ojos—. Jamás voy a irme. Nunca. Ni aunque me arranques los brazos —le aseguró como si fuera una promesa—. Jamás-voy-a-irme.

—Blitz. No lo entiendes —sollozó el búho con miedo de sus propias capacidades y fuerza en su estado inconsciente—. No podría tolerar lastimarte otra vez. No puedo...

Blitz se angustió al verlo de esa manera, sujetó su rostro entre sus manos y lo mantuvo muy cerca. Lo besó para tranquilizarlo, estaba tan dañado, se sentía totalmente incapaz de controlar sus propias emociones. Trataba a Blitz como si fuera tan valioso, como si fuera de cristal a comparación de él, a pesar de que era Stolas el que se estaba rompiendo como una frágil y hermosa gema.

You are loving Donde viven las historias. Descúbrelo ahora