Día a día

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El pequeño torbellino de nubes azules se expandió frente a la televisión de la habitación que compartían juntos. Asmodeus enderezó su cuerpo y se materializó en una forma de poco menos de tres metros, solo porque necesitaba ser pequeño y escurridizo. Seguía siendo gigante, él no se percataba de eso. Llegó al control remoto de la televisión que estaba encendida, apuntó en el momento preciso en el que estaba por empezar el noticiero y una voz reconocible lo detuvo desde atrás.

—Sé que apagas la televisión para que no vea las noticias —Fizz se cruzó de brazos, salía de la ducha con apenas una bata y miraba a Ozz con desaprobación—. No es necesario que finjas.

Asmodeus se volteó hacia él con sorpresa al ser descubierto. Permaneció en silencio unos segundos y luego se rindió como un cachorro siendo regañado. Se arrodilló en el suelo ante Fizz y extendió sus brazos hacia él para que lo abrazara. También necesitaba de su cariño para nutrirse, más que cualquier otro demonio. Fueron semanas difíciles luego del juicio, ambos lo estaban asumiendo a su manera.

Sus heridas se recuperaron, su cuerpo estaba bien ya que su regeneración era mucho más rápida que la de los demonios reales regulares. Sin embargo, una gruesa y larga venda cubría su ojo derecho. Aquella herida mortal que le causó Mammon tardaría en sanar, su globo ocular volvería a formarse poco a poco. Al ser una herida tan profunda e intensa, era la única zona sensible que Asmodeus aún no había recuperado por completo.

Fizzarolli contemplo su rostro y sintió un nudo de ansiedad en el estómago. Lo sentía cada vez que veía su rostro herido y vendado. Corrió hacia sus brazos y se colgó de sus hombros para aferrarse muy fuerte a él.

—Siempre repiten la grabación de la pelea —explicó Asmodeus a su pequeño—, y es algo crudo cuando Mammon me entierra su aguja en el rostro y la sangre sale por todas partes.

Ozzie solo quería cuidar a Fizz para que ya no pudiera ver esa batalla que tanto le afectaba. De por sí, ver su rostro herido todo el tiempo debía ser muy duro para él. Quería cuidarlo de los medios y alejarlo por un tiempo luego de todo el escándalo del juicio y Mammon. Habían pasado dos meses y todas las medidas fueron establecidas hacia los pecados, pero todavía se necesitaba tiempo para que las cosas se regularan mejor.

Fizzarolli se mantuvo abrazado a su precioso novio, quien lo levantó desde la espalda y lo llevó a la cama. La diferencia de tamaños siempre era muy notable, al igual que su masa corporal. Asmodeus se recostó en la cama con perfume y pétalos de rosa, sujetó el pequeño cuerpo de Fizz y lo reposó sobre su pecho para que descansara allí, como una ranita.

—Blitz está muy enojado contigo y yo también —le mencionó Fizzarolli al fruncir el ceño y apoyar su mejilla contra el pecho azul de su novio. Estaba ofendido pero, aún así, no podía dejar de alimentarse del calor de su cuerpo y de agradecer a cada momento que estuviera a salvo y que ambos estuvieran juntos.

—Lo sé —suspiró Ozz con cierto cansancio. Acarició la cabeza de su novio y quiso preguntarle más al respecto— ¿Qué es lo que piensas de mi, Fizz?

—No te entiendo —reconoció el imp con cierta amargura—. No comprendo mucho a los pecados.

Se refería a sus decisiones suicidas. Aún le dolía mucho verlo y sentir la posibilidad de que no volviera a poseer parte de sus hermosos ojos, aún soñaba con la manera en la que Mammon masacraba a Ozzie y Satán lo ayudaba a su lado con sus grandes sonrisas de monstruos. Ellos eran unos monstruos de pesadilla, los peores de todos. Fizzarolli era libre al fin y debía estar feliz, más que nunca... Pero el riesgo lo aterrorizó tanto que aún no podía asumir muy bien esa liberación.

—Si hubieras muerto ahí, también me hubieras arrancado una parte —trató de explicarle a Ozzie, mientras murmuraba en su pecho—. Y he soportado tanto en toda mi vida, no me iba a poder levantar y ser resiliente después algo así.

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