Blitz colocó una carpeta del tamaño de la biblia cristiana sobre la mesa del escritorio de aquella lujosa secretaría. Una fila inmensa de mundanos ciudadanos estaban detrás de él y todos parecían haber esperado horas para ser atendidos por la recepcionista anciana de grandes lentes, cara de insecto y cabellos despeinados y canosos.
—Hola, si, vengo a hacer el papeleo y todo eso para ser testigo en el caso de Asmodeus contra el estúpido de Mammon —el imp le arrojó la carpeta de como diez kilos de peso, muy seguro de haber rellenado todos los formularios de forma correcta.
La señora, con toda la lentitud del mundo, se le quedó mirando con un rostro repleto de asco y sin disimular sus náuseas ante la presencia de aquel ser inferior. No abrió la carpeta, le dedicó una mirada de desprecio indescriptible.
—Ew, eres un imp. Los imps están terminantemente prohibidos en el tribunal real —agitó un spray de alcohol etílico sobre su escritorio y se alejó ante la mirada de asesino de Blitz— Esto es un proceso legal serio, no una orgía de sucios demonios pobres. Vete por dónde viniste, rata miserable.
—Suponía que tendría una respuesta de mierda de esa categoría, señora —respondió el imp sin miedo de faltarle el respeto ya que estaba siendo tratado igual o peor—. Para su desgracia, traje a alguien inteligente para pelear por mi puto derecho de ser un testigo.
Blitz jaló el brazo de su empleado, el cerebro del grupo y el imp más sabio y veloz de mente que conocía. Moxxie tenía una marcada mirada de inseguridad ante los reclamos de la fila por detrás de ellos, ya que había como cincuenta personas esperando ser atendidas en esa secretaría. Luego cruzó miradas con su jefe, algo le decía que no sería tan fácil.
—Como quieras —respondió la mujer ofendida ante su trato— Me tomaré el tiempo de leer los documentos, debo admitir que me sorprende que sepas escribir y leer. Mientras tanto, firma este par —la vieja decrépita depositó un manual el doble de grande y pesado al lado de la carpeta que Blitz dejó allí.
El imp gruñó con auténticas ganas de romperle la cabeza contra el escritorio a esa maldita secretaria. Claro que se las haría difícil, más bien, casi imposible. Esa burocracia del carajo era ejercida hacia él solo porque era un imp. De seguro el resto de los sangre azul pasaban sin si quiera decir su nombre.
—Moxxie, lee todo esto y rápido —tomó el manual de papeles y se los entregó a su empleado, quien se quiso morir— Y firmaré lo que tenga que firmar en menos de cinco minutos.
Eso era imposible. Pero Moxxie reconoció que el trato de la desgraciada de la secretaria era racista, clasista y todo eso. Frunció el ceño ante la discriminación y asintió hacia su jefe. Debían revisar lo que firmaban cuidadosamente, ya que los de la realeza eran unos estafadores por naturaleza.
—Lo haré, señor. Confíe en mí. Nada se me va a escapar —abrió el libro de papeles, cruzó una mirada de desprecio con la secretaria y decidió también jugar su juego, a diferencia de que sería un lector veloz—. El sistema judicial de la realeza tiene fallos tan grandes que ni siquiera ellos son conscientes de eso. Son descuidados y no se toman en serio los juicios.
Blitz le sonrió a la vieja y antipática secretaria mostrándose engreído y se cruzó de brazos ante ella. No sabía con quién se estaba metiendo.
—Señora, tendrá que quedarse allí sentada hasta terminar mi papeleo —le avisó con un gran tono soberbio—. Ingresaré en ese tribunal en menos de un día y tendrá que meterse sus desagradables palabras por el culo.
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El juez ingresó temprano en el salón del tribunal. A diferencia del día anterior, no parecía de buen humor. Grandes ojeras adornaban los ojos del sujeto, se veía desalineado y bastante resentido. Ese era el rostro de alguien que se había ido de fiesta, tenía una resaca espantosa y no había tenido ni dos horas de sueño normal.
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You are loving
Fanfiction¿Desaparecieron mis invitaciones? ¿Por qué pusiste tu corazón en cada letra cursiva? Dime por qué diablos no hay nadie aquí... Dime qué hacer para que todo se sienta mejor. Tal vez sea una broma cruel para mí. Es mi fiesta y lloraré si quiero. Llora...