CAPÍTULO 5

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Tarantina

Después de darme una ducha sin temor de que alguien entre a tocarme o decirme algo obsceno, por lo menos cuento con que le doy tanto asco a todos que nadie se me quiere acercar.

Cuando veo la sombra de un guardia comienzo a vestirme con más rapidez.

Lo único que poseo como ropa son esos vestidos de empleada horribles, porque ni ropa interior, ni sostén me dieron.

Cuando ya lo tengo puesto el guardia aparece en mi puerta.

—El rey solicita tu cambio de habitación —me quedo helada por sus palabras.

—Ok... voy por mi cosas —él da un paso hacia adelante y yo retrocedo, cuando nota lo que hago vuelve a dar un paso atrás firme.

—El rey pide que vayas sin nada, allá tendrás el resto de cosas —asiento y reparo por última vez la habitación.

No hay nada de lo que me tenga que llevar.

Salgo detrás del hombre, los sirvientes salen de sus habitaciones que claramente están en mejores condiciones que la mía, con baño aparte, closet entre otras cosas, las velas iluminaban el camino y yo no paraba de ver a los demás que con expresiones serias me observaban.

Y por último Belinda, que estaba al final del pasillo con expresión horrorizada, al lado de ella habían maletas junto a las de su hija que la acompañaba.

Pasó junto a ellas y por un acto muy impulsivo les sonrió.

Vaya, no ha empezado nada mal este día, ya que son pasado de las doce.

El caminar por la parte más elegante del castillo a pie descalzo sin grillete en el tobillo es una sensación divina.

Creo que voy a sonreír de felicidad.

Cuando por fin estoy en el segundo piso al pie de las escaleras que conducen al tercer piso está Axel, recostado en la pared, en la penumbra que no daba muy bien la luz mágica de las velas infinitas que funcionan para dar claridad, hacen que se vea en una postura silenciosa y macabra, cuando miro al guardia que me conduce a un pasillo y vuelvo a mirar a esa dirección no está.

—Esta es su habitación —dice el guardia abriéndome la puerta.

Sin decir más se marcha dejándome sola.

Se ve mucho más iluminado no es nada comparado a la iluminación de los lugares de la servidumbre, aquí hay muchísimas más velas y me imagino que las apagan y encienden con magia, a mi me tocará manualmente.

Acaricio el collar que llevaba en el cuello y suspiro.

Me adentro a la habitación después de cerrar la puerta, ahora sí con libertad extiendo mis labios llena de felicidad, sigo en pasión de esclava, pero con condiciones de vida muchísimo mejores que antes.

En mi mente giran las palabras del rey, dijo que estaba enamorado de mi libertad.

La verdad me pareció verdaderamente triste que el asesino de su padre —que ya no soy capaz de llamarlo así, simplemente no siento nada por ese hombre y creo que tiene que ver lo que hizo Axel —, haya sido capaz de arrebatarle la infancia volviéndolo un Niño apartado y solo.

Voy hacia el clóset y observo todas las cosas que hay, solo colocaron tres vestidos elegantes, uno negro, uno rojo y uno verde que combina con mis ojos, ropa para dormir y el común diario que tendría que usar para pasar el día, ni siquiera es ropa de sirvienta, es de común, vestidos muy lindos de flores y ropa interior, por fin.

Ni me molesto en ir al baño simplemente que me quito la ropa quedando totalmente desnuda, sin importarme nada más me tiro a la cama.

Un día estás durmiendo en piedra dura y al otro en una cama blanda y deliciosa, con una espalda sin marcas de latigazos, tobillo normal.

MALDITO REY BRUJO [#5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora