MALDITO BRUJO

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Tarantina

Al parecer mi madre tiene muchas cosas que explicarme, ha hecho movimientos sin mi permiso con base a su odio profundo, pero aunque sea la reina y le debían respeto y obediencia, ella sea mi madre, pero me debe obediencia a mi, su rey, porque el día en que consiga una reina ella dejara el título como es debido.

Tocó la puerta de su habitación y cuando escucho un pase, entro, la encuentro con su bata de seda y sus gafas de lectura frente al fuego de su chimenea, un libro de brujería es sostenido por sus manos y cuando me ve su alegría se enciende.

—Hijo, tenías mucho tiempo de no venir a verme —y con tiempo se refiere a más de noventa años sin estar muy contento con mi madre.

La verdad que nunca fui muy apegado, pero desde la muerte de mi padre me aleje mucho más al principio por eso y después porque tomé costumbre la soledad y los ratos donde nadie se interponía en mis asuntos.

—¿Orquestas un salvajismo de azotes, malos tratos, falta de alimento, sin mi consentimiento —mamá explaya los ojos y deja el libro a un lado.

—¿Quien te dijo eso?, deberías castigarlo a la hoguera por sus mentiras —arqueo una ceja y me cruzo de brazos.

Mi madre se acerca a mí a paso apresurado.

—Yo mismo lo comprobé.

—¿Entonces las sirvientas se tomaron por su propia mano el castigo por matar al rey? —siguen brillando sus mentiras.

—Deja de mentir, madre —su expresión cambia y regresa a su sofá y toma su libro.

—Se lo merecía, necesitaba recordar de la porquería que la engendró.

—Madre, ¿ella conoció a sus padres? —espere respuesta pero por un momento hubo silencio.

—A su padre no, murió días después de que ella naciera, creí que estaba muerta, los iba a matar a todos —pasa las página de su libro y suelta un verbal de odio sin importarle nada —, sabes que el castigo por matar al rey es extinción para él sus generaciones, ella ya debería estar muerta, pero solo porque me lo pediste la he mantenido con vida.

—No te pedí nada, te afirme que iba a seguir viva —despega los ojos del libro —, soy el rey, madre, recuérdalo, mi palabra es ley y tu no tienes el poder para cuestionarme.

Hubo recelo en sus ojos.

—Ya no me respetas —dice enojada —, si tu madre, te parí y te crié como para que me trates así.

—Que lo hayas hecho no de absorta de tu posición de respeto hacia mi y mi palabra. Deje que los guardias la trajeran de camino al castillo porque simplemente no la quise ver —ladeó mi cabeza listo para analizar sus próximas expresiones —, no ordene que la arrastran, ni humillarán, tampoco que quemaran sus cosas. Estás haciendo cosas por debajo de mis órdenes.

—¿Entonces pensabas darle castigos suaves como colocar los pies encima de ella y ya?, yo quiero sangre —se coloca de pie —, tu padre se merece ver sangrar por lo menos a la hija de esa gente.

—Hija que nunca conoció al asesino de mi padre y que tampoco fue criada por él, ese hombre solo fue el causante de su nacimiento, pero un real desconocido para ella.

—¿Viniste aquí solo para defenderla? —me cuestiona y yo arqueo una ceja.

—Vine aquí a dejarte en claro quién da las órdenes, madre —le recuerdo —, si vuelves a agregar algo más a lo que yo ordene te revocare el título de reina.

Su boca cuelga al aire sorprendida por mis palabras, pero si no le pongo un freno a sus acciones es capaz de hacer que mi pueblo obvie mis mandatos por el morbo de ver sufrir.

—Ya estoy al tanto de sus condiciones de vida, pasará a una de las habitaciones del segundo piso y sólo recibirá órdenes directas mías y hará todo lo que tenga que ver solo con mis cosas, de nadie más —me doy la vuelta para salir de su habitación cuando escucho el ultimátum de mi madre.

—¿Acaso te gusta? —no hay respuesta —, ¿acaso odias a tu padre?

La miro sobre mi hombro.

—A mi padre no le hubiera encantado ver como torturan a un inocente —salgo de la habitación.

Me acerco al primer guardia que veo custodiando el frente de las escaleras.

—Ve a las habitaciones de las sirvientas y busca a la esclava Tarantina, ubicarla en el piso debajo de éste y procura no ser agresivo con ella, avísale a una sirvienta que acondicione con ropa y otras cosas la habitación, abisales a los demás sirvientes y guardias que el que atreva a tocarla con indicios de odio se someterá a mi ira, haz que la ama de llaves venga a mi oficina —el brillo del temor cruzó en los ojos de este hombre, asintió y se marchó.

La gente cree que puede hacer a mis espaldas maravillas, pues están equivocados.






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¿Ustedes que piensan?

Att: Eliana Batista💋

MALDITO REY BRUJO [#5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora