Decisión

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Kim Rok Soo despertó mareado, tenía sed y quería vomitar. Sus ojos estaban desenfocados pero en poco tiempo se aclararon. Analizó su entorno, no estaba en su habitación y menos aún en un lugar conocido.«¿Dónde estoy?». Recuerdaba haber estado con la Estrella blanca en la rueda de la fortuna pero empezó a sentirse extraño.

En ese momento los eventos de la noche anterior se reprodujeron en su cabeza con detalle.
—¡Maldito!—, maldijo en voz baja.
Dentro de la rueda de la fortuna en unos pocos minutos empezó a sentirse mareado, la Estrella blanca le pidió que se acercara a él y lo hizo pero no pasó nada raro o eso parecía

Habló de puras tonterías y de hecho no le decía nada sobre lo que supuestamente le iba a contar acerca de Cale. Hablaba y hablaba y el pelinegro se sentía más soñoliento, un olor agradable había estado presente desde que entró a la cabina, con el tiempo se volvía más pesado. Pensó en sentarse más comodamente en el asiento hasta que esa persona lo tomo del brazo antes de hacerlo.
—Cariño, no me estás poniendo atención, quiero ser sincero contigo. Mi paciencia es limitada.
—Lo siento, tengo algo de sueño.
—Ohhh...entonces iré al grano.—Regresó a ver al pelinegro con anticipación, esperaba que sucediera algo.
«Deberías haberlo hecho hace tiempo», pensó Kim Rok Soo evitando torcer los ojos. No prestó atención a la mirada de esa persona.
—Está bien, hazlo.

Silencio.
«¿Ahora no va a hablar?»
Kim Rok Soo se estaba impacientando, hasta que de pronto un fuerte dolor de cabeza apareció, quiso utilizar su mano para sujetar su cabeza y masajearla pero no pudo, dejó de sentir su cuerpo y sus sentidos se volvieron nulos.
—Cariño, acércate.
El pelinegro se acercó, no estaba plenamente consiente de lo que hacía, puesto a que se sentía fuera de sí. No podía controlar su cuerpo y tampoco entendía porqué se movía en contra de su voluntad. Su mente se quedó en blanco y sus ojos no mostraban respuestas a estímulos externos.

La Estrella blanca tomó el rostro del otro en sus manos y le dirigió una mirada de disgusto.
—Nunca debiste meterte con mis cosas. Cale es mío.
—Jajaja jajajaja.Eres tan estúpido. Gracias a tí... podré tener a Cale en la palma de mi mano.
Dicho esto, tomó impulso sobre el rostro de Kim Rok Soo y juntó todo lo que pudo sus labios, dejando escasos milímetros entre ambos y luego se alejó de golpe.

La extraña apariencia de Kim Rok Soo era visible, parecía un muñeco que respiraba. Su mirada parecía perdida, su respiración era lenta y no se movía. La Estrella blanca soltó al pelinegro y habló con sus subordinados a través de un micrófono que había tenido escondido.
—¿Tomaron las fotos?
—Lo hicimos.
—Excelente.— Sonrió complacido.
—¿Seguimos con la operación?
—Así es.

El plan de la Estrella blanca era sencillo a simple vista, sin embargo aquellos que tenían la misión de detenerlo y acabar con él,  sabían lo difícil que era trabajar en su contra, sus planes y acciones eran demasiado impredecibles, y por seguridad siempre tenía múltiples planes de respaldo para concretar sus objetivos.

Al bajar de la atracción le ordenó a Kim Rok Soo envolver sus brazos alrededor de él y a la vez apoyar su cabeza en su cuello para otra foto.
Cómo se encontraba aturdido, Kim Rok Soo obedecía todo lo que le decía. Finalizando la acción, los subordinados de la Estrella blanca tomaron al pelinegro de los brazos y lo subieron al vehículo en el que vinieron.

Llegaron a un hotel cercano en el que se había preparado una habitación  específicamente para montar el escenario perfecto para el plan de esa persona. Recostaron el cuerpo del pelinegro en la cama.
—Háganlo—, ordenó la Estrella blanca.
Los subordinados desvistieron y arreglaron al joven rápidamente con maquillaje. Esa persona se acomodó sobre el pelinegro en una posición realmente íntima y le dió otra serie de instrucciones para más fotografías que obedeció de igual forma. Luego de eso sintió nuevamente ese olor particular en la habitación, trato de evitar aspirarlo pero en su estado le era imposible hacerlo, Kim Rok Soo cayó desmayado en la cama a Merced de la Estrella blanca.

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