Capítulo 16, por Norma Guarnido

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El Héroe tenía razón. Algodaoth era un tipo de peligro al que nunca nos habíamos enfrentado antes. En lugar de usar los errores para materializarse en este mundo, había aprendido a mantener la puerta abierta para enviar trozos de su propia alma que implantar en los jugadores que tuvieran la ocasión de invocarle para tomar control de sus cuerpos.

Sus medios tenían ciertas limitaciones, como habíamos descubierto a lo largo de esos últimos días: aunque la semilla demoniaca fuese capaz de dotar de potencial espiritual a sus recipientes, el control que tenían sobre él no era distinto que el que pudiera tener alguien que acabara de descubrirlos. Eso nos daba cierta ventaja: si localizábamos a las víctimas, podríamos salvarlas antes de que supusieran un peligro real. Y por suerte, el extraño patrón de los ojos no era el único rasgo que estaban heredando del enemigo: también su pelo empezaba a perder su color poco a poco, según pudimos averiguar.

Nos habíamos percatado de que, si alguien ya contaba con potencial en su espíritu, podía resistir los primeros esfuerzos del demonio en la pugna por su cuerpo. Un ejemplo de ello fue la otra gemela, que también parecía haber sufrido el ataque del Gólem de Silicio, pero que no mostraba signo alguno de haber recibido su maldición más allá de los cambios físicos. No tardamos en denominar al fenómeno «Efecto Pirita», si bien ese término acabaría conociendo un significado ficticio para los lectores de la revista en su siguiente número.

―¿Prioridades? ―quiso saber Ramón.

―Por un lado, deberíamos localizar más víctimas potenciales ―Jaime fue rápido en responder―. Al parecer, el sorteo de los discos que generan a esa criatura lo realizó una revista de cultura pop adolescente de OTKo, así que quizá podamos lograr una lista de ganadores con la que empezar a investigar gracias a tus contactos.

―Haré unas llamadas ―respondió, buscando su agenda en uno de los cajones―. Espero que puedan facilitarme esa información.

―De todos modos, hay dos cosas que me preocupan. ―Las puntué levantando los dedos de la mano izquierda―. Primero, las copias pirata. Todo el mundo tiene una grabadora de CD ahora mismo y este grupo está ganando mucha popularidad en la radio. Es natural que la gente quiera escuchar las canciones en sus casas si tienen la oportunidad. Al menos, no he visto ninguno en el top manta todavía. Y segundo, que en unos días se venderá en todas las tiendas del país.

―Hay que cortar el mal de raíz. ―El jefe fue tan conciso como amenazante―. Y andamos cortos de personal. La idea de dejar alguna que otra pista para la gente con potencial en las fotografías no está funcionando y el único otro exorcista de la redacción ha elegido el peor momento posible para cambiar de vocación.

―Estamos bien con los que somos. ―Jaime intentó tranquilizarle―. Ya sabes que tampoco conviene airear demasiado este asunto. Lo invocamos, le damos una somanta de palos y mantenemos vigiladas a las víctimas por si hubiera un as debajo de su manga.

Y, si no era posible, ya había articulado un plan de reserva.

―Admiro tu entusiasmo ―rezongó―. De acuerdo, será mejor que comience con mis averiguaciones. Nos veremos aquí mismo cuando acabe con ellas. Señorita Guarnido, tómese la tarde para afinar sus poderes. Quién sabe si un pequeño entrenamiento de última hora puede marcar una diferencia.

«No, Ramón, estudiar a última hora para un examen no es una estrategia útil», pensé. En su lugar, decidí hacer lo mismo que cuando era estudiante: dedicar la tarde a descansar. Con la investigación y tantas emociones fuertes, me debía un montón de horas de sueño. Y sabía que las iba a necesitar.

***

Una llamada de Jaime me despertó bien entrada la noche. Todo estaba listo por su parte. Ramón también había aprovechado la tarde logrando un listado bastante exhaustivo de potenciales víctimas. Y yo estaba como nueva. Solo tenía que cenar algo rápido y estaría lista para el mayor exorcismo de mi vida.

Cazadores de Silicio [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora