Capítulo 31, por Ramón Lourido

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La bombilla del despacho tintineó varias veces antes de decidirse por encenderse del todo. Aunque la última vez que había estado allí la sala parecía ordenada, en esa ocasión estaba claro que su dueño no había tenido tiempo de devolver los libros a sus estanterías, tirar las bebidas energéticas a la basura... o de borrar los glifos demónicos que había dibujado con tiza en el suelo.

―Cuidado, no lo pises ―advertí a Sanae. Me aseguré de desdibujar el borde con un pie para romper el circuito―. Quién sabe lo que puede hacer esto.

Me agaché para recoger el montón de papeles que había desperdigados sobre el suelo. Las hojas no estaban debidamente numeradas y solo estaban impresas por una de las caras, pero por las imágenes que contenían era obvio que se trataba de un manuscrito sobre demonología. Uno lleno de diagramas, explicaciones y alguna que otra anotación a bolígrafo rojo del puño y letra de Seven. Aunque había sido generado directamente desde el correo electrónico, el nombre del remitente estaba semioculto por uno de esos rectángulos negros tan propios del cine de espías. No obstante, el trabajo a la hora de taparlo había sido deficiente y, reuniendo los trozos disponibles de uno y de otro, era evidente que la autora del manual no era otra que Aileen Cameron. Desde el correo corporativo de FILE, nada más y nada menos. Por cifrado que fuera el archivo bajo la guisa de un «agradecimiento a la comunidad», eso podía acabar siendo una diana en el centro de su espalda... o una provocación directa para los ojos curiosos.

Evidentemente, me inclinaba por la segunda opción.

―No es ninguna sorpresa. ―El japonés se encogió de hombros.

―Ya lo dijo Norma, sí ―asentí con la cabeza―. De todos modos, siempre viene bien tener evidencias más o menos sólidas de nuestras teorías. Asociar a una de las mayores empresas de videojuegos con una conspiración de demonios invasores no es algo que haya que hacer muy a la ligera.

―... o algo que haya que hacer, así en general ―protestó por lo bajini.

Sin embargo, lo más importante del documento no era su remitente, sino lo que describían esas hojas desperdigadas. Se trataba solo de una sección dentro del mensaje, así que restaba parte del contexto, pero se hacía alusión a que la existencia de una «Madre», un glitch extremadamente poderoso nacido únicamente de su inventiva. Un demonio que no dependía de las reglas que unían nuestros mundos. Una bestia experimental que permitiría, dadas las circunstancias (postulaba su relación con los fragmentos de alma), que las fuerzas de Algodaoth resonaran más allá de su cautiverio y, con el vínculo suficiente, sería capaz de abrir una puerta.

Releí esa página un par de veces, intentando asentar las implicaciones. ¿Ese glitch experimental no era sino la bestia que habitaba el sótano del Judgment 1999 mientras hacía añicos todos y cada uno de los preceptos que seguíamos sobre lo que debía entrañar un demonio de silicio? El plan que sugería se alineaba perfectamente con lo que habíamos podido dilucidar, la «beta» de la que hablaron en su reunión no sería sino el periodo de sincronía entre el Gólem de Pirita y su campeón, Zack Hernández, mientras esa «Madre» se preparaba para esa «puesta en producción». Una primera fase que, de acuerdo con los consejos de mi mentora, no podía evitarse si queríamos atraer al miembro de la guardia para poner fin a su existencia.

Una apuesta arriesgada. Una que me exigía una confianza máxima en todo lo que me rodeaba. En las palabras de la sacerdotisa. En que Norma hubiera aprendido a encauzar su sentimiento de culpa y su sed de venganza de forma positiva. En que el entrenamiento de Elías hubiera sido suficiente. Se trataba de un buen aprendiz y tenía una mente tan despierta como brillante, pero aún había demasiadas cosas que no entendía, demasiadas pruebas que no estaba preparado para superar. En que el chico de la Catedral tuviese el corazón en el lugar correcto y perseverara ante la influencia de un rival que, probablemente, acabara superándole. Y, sobre todo, en mi sobrina. Aun después de todo por lo que había pasado, me costaba imaginarla como la heroína de leyenda en la que el universo la había convertido, pero tenía que creer en que esa pequeñaja rubita se había convertido en una exorcista capaz de salvaguardar el equilibrio entre los mundos.

Cazadores de Silicio [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora