Con vendas

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Era un atardecer tranquilo y silencioso, Sally tenía el cuerpo delgado de Travis contra la pared, había pasado alrededor de una semana que tuvieron su primera vez por lo que aún no se sentía cómodo con la idea de que Travis viera su rostro.

Su grabadora reproducía el último álbum de Sanitys Fall a la par que resonaban los besos cariñosos del peliazul, sus manos traviesas iban tanteando toda su cintura esperando sentir consuelo en el cuerpo de su amante.

—Sally—. Susurró el rubio que estaba privado de la vista.

—¿Todo bien Traaavis?—. Preguntó susurrando en su oído.

—quiero verte—. Dijo con un tono temeroso, inusual en él; sus manos sudaban mientras sujetaba el suéter negro de Sal Fisher.

—no puedo complacerte en eso—. La mano de Sal acarició la mejilla de Travis mientras notaba su respiración agitada,sus ojos humedecidos cubiertos por las vendas lo hacían sentirse vulnerable.

—Traaaaavis…—volvió a susurrar el peliazul— ¿Puedo tocarte?—. Continuo el Sal.

El rubio apretó su agarre mientras asentía sigilosamente, esas manos rasposas que suelen tocar las cuerdas de una guitarra con fuerza tratan como un joya frágil el cuerpo de su amante, paseándose con cuidado por cada terminación nerviosa.

—¡Ah!—. Travis gimió cuando los dedos de Sal delinearon su columna vertebral.

— Eso fue un gemido muy placentero, parece que no ver te vuelve más sensible —. Sal siguió tocando su cuerpo hasta que llegó a la bragueta de los típicos pantalones bajos color verde.

—Sa-Sally tengo…algo de miedo—. Respondió el rubio tragando saliva, no poder ver a la par de esa estruendosa música lo hacían sentirse perdido.

—Confía en mí, solo hazle caso a mi voz—. El short de Travis fue a caer en cualquier parte de la habitación dejando al moreno únicamente en boxers.

Las manos de Sal temblaban de nervios, no titubeó en quitarse la prótesis al ver qué el rubio no se quitaba la venda por más asustado que estuviera, sus manos cogieron con fuerza el falo contrario.

—¡Ah!—. Gimió Travis lleno de sorpresa y placer.

La mano de Sal subía y bajaba a la par que veía las reacciones tan sinceras del rubio, sus largas piernas temblaban con cada roce de la masturbación.

—¿Se siente bien Travis?—. Preguntó Sal en voz baja.

—Yo… quiero verte—. El rubio sujeto con fuerza el suéter negro.

—Hoy no es un buen día Travis, va más allá de que me veas desalineado o como si tuviera mal aliento, no me siento seguro de si quiero que vuelvas a verme sin la prótesis —. Sal alejó su mano para encargarse de su bragueta.

Inesperadamente Travis se sintió acalorado ansiando volver a sentir las manos frías de Sal, escuchaba como el cinturón salía de la cadera del peliazul y su cierre bajaba a tope.

—¿Puedo meterla otra vez?— Travis se sobresaltó al sentir el aliento de Sal tan cerca de su oído— tiene un mes que no lo hacemos —. Travis mentiría si dijera que estaba esperándolo.

—puedes…—. Sus caderas temblaron al sentir un líquido frío y resbaloso —¡¿Qué es eso?!— busco en vano las manos de su amante.

—es lubricante—. Sal amaba las reacciones sobreestimuladas de su novio, la manera en que sus mejillas se sonrojaron y sus manos apretaban las cobijas.

—¿Qué haces?—. Pregunto al no sentir nada más que el lubricante escurrir.

—me pongo un preservativo—. Respondió Sal.

—¿Planeas meterlo así?—. Travis se acomodo en la cama gritando.

Las manos de Sal lo retuvieron contra la pared con fuerza, su aliento se paseó por su cuello y llegó a sus labios.

—¿ Quieres decir que lo que hiciste en el baño hace un momento no fue prepárate?—. Travis se avergonzó razonando que el peliazul escucho como se había preparado en el baño.

—es que yo… pensé…—. Nuevamente estaba tan perdido y asustado que las palabras no salían del todo bien.

—Tranquilo cariño, no tienes nada de qué avergonzarte—. Sal no le dio pistas para cuando empezó a hacer presión en su interior, lo tomó completamente por sorpresa cuando ingresó provocando un temblor en todo el cuerpo delgado del rubio.

—¡Ah! Mierda—. Travis sujeto a Sal de los brazos con algo de dificultad, primero tanteó sus hombros y su torso para saber bien dónde ubicarse.

— Traaavis… tu interior está muy apretado—. Sal respiraba con dificultad, sentías que podría eyacular de solo ver al moreno jadeando y temblando por su intrusión.

Travis empezó a gemir en cuanto sintió las embestidas del peliazul, sus ojos no podían distinguir absolutamente nada, con sus manos apenas lograba sentir el suéter de Sal e imaginarse un poco su rostro sonrojado mientras jadeaba  pero todo eran especulaciones pues solo lograba escucharlo junto al sonido húmedo de su pene entrando y saliendo.

—Sally…—. Las piernas de Travis se estremecieron al sentir el falo de Sal golpear su próstata— ghh..ah,ah,ah…mierda.

—Travis, se siente tan bien—. Sal recargó su cabeza en el hombro del rubio mientras lo estimulaba con su mano derecha, sus pensamientos inundados de placer se vieron interrumpidos por la cálida mano del rubio sintiendo cada una de sus cicatrices.

— tus cicatrices nunca me han asustado—. Dijo Travis entre jadeos, notando casi de inmediato lágrimas escurriendo por una de las mejillas de Sal.

—te agradezco tanto el que me ames de esta manera Travis—. En la penumbra, el rubio sintió los ásperos labios de Sal a la par que se vio impactado por las certeras embestidas de su pareja.

Sal le quitó la venda a Travis permitiendose mirarse fijamente mientras el cuerpo del rubio era plenamente sometido contra la pared, el constante sonido húmedo de su falo golpeando el interior de Travis a la par de arrastrar las manos de Travis por encima de su cabeza con los dedos entrelazados entre los suyos y el verse tan de cerca mientras ambos se perdían en el placer, todos esos factores los llevaron al límite sintiendo sumamente exatasiados al punto de eyacular.

Travis sujetó las mejillas de Sal y lo beso sin titubeó alguno. Fue una tarde extraña, una tarde reveladora y una de muchas en las que Sal no se sentiría avergonzado de mostrar su rostro a su pareja.

30 días OTP (Sally Face x Travis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora