30 días OTP (Sally Face x Travis)

Juego de rol

Juego de rol

En la habitación, Sal miraban a Travis dormir, sus ojos ojerosos y su cabello suave cayendo sobre su rostro, vistiendo una de sus playeras negras y dejando ver su abdomen descubierto.

¿Qué hubiera pasado si nunca se hubieran declarado? ¿Qué hubiera sido de sus vidas si eso hubiera ocurrido y Travis continuará su vida en la secta?

Esas preguntas rondaron la mente de Sally Face todo el día pero no le eran de suma importancia, más le interesaba saber la reacción de Travis con su idea loca de los viernes.

—Travis ¿Estás bien con que está noche hagamos un juego de rol?— preguntó Sal mientras acomodaba unas cosas sobre la mesa.

—¿Juego de rol?— el rubio volvió la mirada sumamente extrañado.

—si, se me ocurría que podíamos fingir que tú seguiste los pasos de ser un noble ministro y yo… un preso a punto de morir— Sal estaba de lo más tranquilo, era como si supiera que esas cosas pudieron pasar de haber tomado otro camino.

—¿A punto de morir? ¿Qué rayos tienes en la cabeza?— Travis se levantó enfadado, Sal estaba jugando con temas que no le agradaba tocar al rubio.

—Tengo la idea de que vas a ser el ministro que me va a confesar antes de morir y como todo buen creyente te pediré algo que no puedes rechazar pues es mi última voluntad…— hubo una pausa para mirarse a los ojos— ¡Vamos Travis! Es un juego de rol, nada va en serio, además no sabes las ganas que tengo de verte con esta ropa.

Sal sacó de la bolsa un disfraz de cura, la tela era muy delgada pero funcionaba.

—ni de coña me voy a poner eso para cumplir tus fetiches—. Travis estaba apunto de abandonar el sitio.

—Vamos, haz dicho que harías lo que yo quisiera todos los viernes —. Sal utilizó un tono de voz que le hacían sonar berrinchudo.

—¡Si! Pero tengo mis límites, no quiero vestirme así y aparte fingir que haremos algo obsceno cuando estás a punto de morir, es de locos—. Travis contenía sus ganas de gritarle al peliazul.

—¡No seas un aguafiestas! No es más que un juego y además, es esto o que te pongas una linda falda—. Sal le mostró una diminuta falda tableada rosa al moreno.

—¡Mierda! —Travis se acercó a Sal y le arrebató la sotana—. Pero omitamos la parte de tu muerte, dejémoslo en que me vas a confesar tus pecados por culpa interna—. Sus ojos se veían enfadados pero ansiosos, como si estuviera esperando el juego fetichista de Sal.

—De acuerdo—. Sal sujetó las mejillas de Travis y le sonrió, aunque no era visible.

Ambos fueron a habitaciones diferentes a cambiarse de ropa para luego verse en la habitación de Sal. El peliazul ya estaba sentado al filo de la cama con unas esposas en sus muñecas cuando entro a la habitación el rubio con esa sotana y el cabello peinado de lado, llevaba puesta la cadena de cruz y unos zapatos de charol negros,en la mano derecha cargaba una biblia, en verdad el rubio se había metido en el personaje.

—Cielos…Trav..—. el rubio le indico a Sal que guardara silencio mientras caminaba para sentarse a su lado.

Cuando se encontró frente a Sal le estiró la mano para que esté la besará, el peliazul obedeció las indicaciones del ministro.

—Hijo, he venido a petición tuya, cuéntame tus pecados —. Dijo Travis en un tono dulce y serio, sentado a un lado de Sal, el rubio estaba nervioso, le encantaba el traje anaranjado cubriendo el cuerpo entero de Sal y no hablar de las esposas en sus muñecas.