Capitulo 36

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Ethan Zannetti

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Ethan Zannetti

Con el alba, el bosque susurraba su canción matutina, y la cabaña, envuelta en la luz suave de la mañana, cobraba vida. Con la determinación marcada en cada gesto, me erguí en el umbral, listo para enfrentar el día que había llegado cargado de decisiones y desafíos, habia dormido en un sofa viejo en la cabaña mientras Mia yacia en la cama en un rincon de la cabaña, en la noche limpie sus heridas cuando se durmio, no queria que sintiera dolor al dormir asi que Chase hizo un unguento el cual coloco sobre su espalda.

—¿Cual es el plan Chase? No se usar una espada, y no conozco al pueblo, o la iglesia o la corte —interrogo tomando un sorbo de un jugo de naranja que extraje ayer

—Eres un lider, rey de humanos o de brujos, seguro que saber convencer a las personas.

—Obviamente, pero eso no significa que sepa como usar una espada y cuales son las personas con las que debo hablar, ademas tu novia loca quiere acompañarnos a una guerra, lo cual admiro pero esta herida —protesto esperando una respuesta de su parte la cual no duda en llegar

—Yo me encargare de la espada, Maria estara a salvo aqui, nadie puede encontrar esta cabaña aunque la busque y esta en un profundo sueño, ya lo pense todo —corresponde haciendo que rodara los ojos, por supuesto que ya lo penso

—Maravilloso.

—Coloca tu armadura y toma al caballo —dicta, sumiéndome en perplejidad, pues no comprendía a qué armadura o corcel se refería. No había presencia alguna ni cabalgadura en este lugar

Antes de que pudiera preguntar, escuche a lo lejos un caballo acercarse, indicaba que Chase me habia mentido y alguien si logro encontrar la cabaña, tomo el cinturo con la espada colocandolo sutilmente en mi cintura, cerrando detras de mi la puerta de la cabaña y dejando a un lado la taza, pronto en mi vision habia n caballero de armadura reluciente sobre un caballo, este se baja del caballo empuñando su espada.

—Principe Carlos, he venido a llevaros con vuestro padre, su majestad, el rey —anuncia haciendo una reverencia antes de acercarse lentamente a mi y yo camino hasta su encuentro—. Le ruego desista de enfrentarme en el campo de batalla, tengo instruciones de no hacerle daño, si se resiste tendre que inmovilizarlo.

—Desgraciadamente, preciso de tu armadura y tu corcel para emprender mi fuga, así que tendréis que desafiarme en el campo de batalla —replico sin poder ver la expresion en su rostro solo puedo ver el miedo en sus ojos mientras se pone en posicion.

—Como desee, su alteza.

Alzo mi espada y comienzo mi ataque hacia uno de mis caballeros que no tiene la culpa de nada, su espada encuentra la mia logrando que mi espada no lo atravezara en dos, cada movimiento era una danza mortal, un baile en el que las vidas se jugaban con cada parpadeo de las hojas. Mi agarre firme en la empuñadura respondía al tañido de la guerra, y mis ojos se encontraban con los suyos en busca de algún indicio, alguna debilidad que pudiera explotar.

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