Snow

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Hace menos de tres horas que Chaeyoung había vuelto a su país natal, y el vacío que Mina había sentido desde el instante en que la perdió de vista entre las personas del aeropuerto le estaba haciendo imposible incluso respirar, y quizás esa sensación fue la que la llevó a comprar un boleto al triple del costo para salir inmediatamente de Japón en dirección a Corea del sur.

Ahí estaba, en un país extraño solo con lo que traía encima, pero más que dispuesta a no separarse de Chaeyoung nunca más. — Quizás me arrepienta, pero ya que.— Habló para sus adentros mientras marcaba el número de la insoportable de Jeongyeon.

¿Tan rápido vas a coquetearme? Chae se fue hace menos de veinticuatro horas, no seas tan descarada.

Mina contó hasta tres dejando escapar todo lo que le quería decir a esa chica de mechones dorados en un pesado suspiro. —¿Sabes la dirección del departamento de Chaeyoung en Corea?

Por supuesto.— La llamada quedó en tal silencio que la japonesa separó el celular de su odio confirmando que Jeongyeon aún estuviera ahí, pero simplemente nada.

— ¿Podrías decirme? Por favor

Oh, ¿escuché bien? La gran empresaria Myōi Mina necesita de mí, ya me debes el de esta mañana, pero está bien esta vez lo daré por alto...— No iba a repelar, ni siquiera iba a intentar no salir perdiendo en eso, al final gracias a Jeongyeon, Chaeyoung fue a hablar con ella, y ahora también le ayudaría a reunirse. Mina anotó la dirección en sus notas y con un corto agradecimiento terminó la llamada yendo directamente hacía la salida, no sin antes pasar por todos los controles de seguridad.

Al salir del abrigo de las grandes paredes del aeropuerto el helado viento del nuevo país le dieron una bienvenida que le hizo maldecir a todos sus ancestros, aún más cuando la nieve comenzó a caer lentamente cubriendo el paisaje poco a poco con los blancos copos, gracias al universo no fue difícil conseguir un taxi, al final el coreano de Mina era casi perfecto gracias a las muchas relaciones que su empresa tenía con el país vecino y algunas empresas.

El trayecto fue algo largo, pero absorta en sus posibles respuestas a "¿Qué haces aquí?" la japonesa ni siquiera lo percibió hasta que el amargado hombre en el asiento del copiloto le alzó la voz, los penetrantes ojos azules de la pelinegra estaban clavados en el retrovisor del auto pensando en todas las cosas que quería decirle a aquel hombre, mientras su diestra buscaba su cartera sacando de esta billetes que podrían incluso duplicar la tarifa de lo que debía pagar, sin esperar cambio o algo, bajó del taxi quedando frente a la casa que coincidía con el número que Jeongyeon le había dado.

••••

El timbre retumbó en todo el lugar haciendo que Chaeyoung sacara la cara del libro de medicina, nadie más que su madre sabía de su llegada por lo que dudosa de la presencia de una visita no deseada la coreana se quedó en su lugar por algunas llamadas más, hasta que entendió que no iban a desistir y una voz incomprensible se levantaba detrás de la puerta principal.
— ¿M~Mina?
— ¿Puedes prestarme dinero?— Cuestionó la japonesa con el rubor de sus mejillas marcándose cada vez más, casi hasta parecer que había corrido un maratón a medio día, ahí fue cuando Chaeyoung levantó la mirada más allá de la pálida chica encontrándose con un taxista molesto que agitaba Yenes y decía más palabras de las que cualquiera podía entender. Chaeyoung sacó de la parte trasera de su pantalón algunos billetes arrugados preguntando al chofer si eso sería suficiente, cuándo él se lo confirmó la coreana tomó los yenes agradeciendo por todo.

Mina se mantenía aun lado pero detrás de su menor casi cómo una niña traviesa intentando ocultarse hasta que la más bajita dió vuelta con su semblante fruncido.— ¿Qué haces aquí? — Al fin tenía el tiempo de analizar a su mayor, aún después de más de doce horas despierta seguía viéndose extremadamente hermosa con aquel abrigo negro a juego con su demás ropa y claro sus perfectos mechones tan obscuros cómo el carbon.

Tenía una buena respuesta, lo podía jurar pero aquella vergüenza de aventar billetes que no valían para un taxista coreano, le había eliminado cualquier pensamiento o respuesta coherente.

— Te extrañaba.

No era el verso de un gran poema que iniciaría su gran historia de amor pero, era la verdad.

— Te dije que volvería en unos días, además que hace menos de nueve horas que nos vimos. — Mentiría si dijera que no sentía mariposas en todo su cuerpo al tener a Mina frente a ella, quizá la primera vez no la siguió, pero ahora ahí estaba, aún con sus mejillas rosadas por la vergüenza que había pasado con el taxista y diciéndole que la había extrañado. — Es mejor que entremos, o me voy a congelar aquí.

— Es lindo, aunque algo desordenado.
— Jeongyeon es quién ordena, y sigo investigando sobre la enfermedad de Felix. — Comentó con sus manos a cada lado de su cadera mientras analizaba junto a la pelinegra todo lo que no estaba en su lugar, básicamente, libros y expedientes en todo el suelo de la sala.

— Deberías pedirle a Jihyo que te ayude a investigar, su hospital tiene fondos para investigaciones. — Mina se mantenía de pie con sus manos detrás de su espalda dejando de lado el desastre de la habitación para solo clavar sus azules ojos en Chaeyoung.

— ¿De verdad lo hacen?
— Mmh, no... pero puedo hacer qué lo hagan. — Chaeyoung alzó su ceja incrédula del poder adquisitivo de la chica frente a ella, no lo creerías, que esa linda mujer de sonrisa encantadora que camina a veces cómo pingüino, podía simplemente financiar investigaciones sin mover un número en la cifra de su riqueza.

— ¿Sería abusivo aceptar? — Cuestionó en un susurro a la par que conectaba su mirada con la de su mayor.

— No, porque yo te lo estoy ofreciendo, y aún si tú me lo pidieras, yo te daría todo y preguntaría si quieres más.

— ¿Sana aceptaba?

Sus miradas no se desconectaron, aún cuándo la mayor dio unos cuantos pasos hacia atrás por la sorpresa de aquella pregunta. — Preferiría no hablar más de ella, lo que Sana hiciera o no, ya no es importante.

— Lo lamento, solo es que escuché una vez que la novia de la doctora Sana le había comprado un hospital.

— Compré un hospital, le plantee la idea de que ella lo dirigiera, se negó y Jihyo decidió que esa sería su compensación por utilizarla y ya, pero de verdad quiero dejar a Sana y todo mi pasado dónde pertenecen, son lecciones de las que aprendí, nada más.

El corazón de Chaeyoung creía cada palabra que Mina decía pero aún su mente temía dar un paso en falso que terminara de arruinar todo lo que alguna vez imagino que podía crear al lado de Mina. — ¿Qué tengo que hacer para qué me creas?— No era necesario leer mentes para que Mina acertara con esa pregunta, los ojos son la ventana del alma, al menos Mina lo creía fervientemente, y desde su última gran platica en los ojos de Chaeyoung no había nada más que una espesa nube obscura de dudas.

Solo hubo silencio por largos segundos hasta que Mina volvió a hablar. — Vamos a dar un paseo, no conozco la ciudad.

Chaeyoung tomó su abrigo de la entrada junto a su bufanda la cuál le cubría la mitad de la cara cosa que hizo a Mina sonreír de tal manera que sus encías podían notarse de una manera hermosa y sus ojos casi se cerraban por completo.

Better than Revenge | Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora