— Dejemos de lado la cita ¿Esté es el momento en que me quito la ropa y me pongo en cuatro? — Cuestionó la menor sin pensar y sin apartar la mirada del pequeño pero muy valioso papel que tenía en sus manos.
—Yo... lo lamento no lo hice con esa intención, yo... Sana es mi novia. — Escuchar eso le dolió a la coreana aunque ya lo sabía se quería negar a la realidad, ¿Por qué duele tanto?
— Tranquila, solo bromeo, usted no es mi tipo. — “Chaeyoung ya mejor cállate” fue lo primero que pensó al ver cómo la pelinegra alzaba sus cejas al escuchar aquellas palabras.
— Bueno, no todos pueden tener buenos gustos. — Mina había hablado con cierto resentimiento pues aunque no le interesaba nadie que no fuese su novia era estúpido negar que a su ego le encantaba que las personas se le declararan, desde secundaria lo ha disfrutado, tener ese poder sobre aquellos que la miran cómo Dahyun o las demás personas en aquella habitación.
— Además... — Mina iba a seguir atacando a la menor pero su vista fue atraída a su novia que no paraba de estar abrazada a su compañera de trabajo sintiéndose celosa por primera vez. La japonesa no sabía lo que eran los celos o la envidia, todo lo que quería lo tenía, desde un juguete hasta su mejor amiga que le había gustado desde la secundaria, pero aquí estaba sentada sola mirando cómo lo suyo era poseído por otra. Los celos eran extraños, quería llorar, gritar, enojarse, darle un golpe a esa estúpida cara de Jihyo. Se levantó rápidamente de la mesa y golpeando el brazo de su novia con su hombro se dirigió a la salida sin ganas de seguir tolerando ser invisible cuando ella merecía ser el centro de atención.
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Al llegar al salón Sana se disculpo con Jihyo para ir con su novia por un momento encontrándola con las doctoras Son y Kim, eran chicas menores por unos años así que para Sana no era relevante saludar. Minutos después de que su novia firmara el cheque la castaña agradeció y fue a enseñarle el cheque a su nueva amiga.
— Acabo de llegar y ya voy ganando. — Agitó el papel con la firma de la menor frente a la cara de Jihyo la cuál se lo quitó para ver tal cifra.
— Wow, ella realmente te ama para darte tanto dinero, ¿Y dices que lo ha hecho desde la primera vez?— Jihyo devolvió el cheque a su dueña sonriendo a la japonesa pues su sonrisa le parecía tan contagiosa.
— ¿Quién? Aaah Mina, sí sí, claro que al inicio la suma era más baja, pero cada año la incrementaba. Pero creo que cada vez que el número aumenta su amor disminuye. —
— No tengo el placer de conocerla pero no creo que sea así, tantos años de relación están por algo. — Jihyo llevó su mano al brazo de Sana para dar pequeñas caricias de confort que hicieron erizar la piel de la japonesa.
— Creo que simplemente nos acostumbramos, somos lo único que conocemos y ni siquiera me pidió matrimonio o algo, solo seguimos una rutina que ya no es tan divertida. — Comentó la castaño mientras hacía un puchero con la esperanza de que Jihyo la volviera a consolar.
— Oh, cariño lamento mucho eso, pero creo que es mejor que hables de eso con ella, por ahora olvidémonos de ella y disfrutemos de esto. — Comentó la coreana con una sonrisa mientras tomaba del brazo a la castaña guindola a un grupo de inversionistas para así ambas distraerse.
Sana estaba disfrutando de la velada, normalmente solo se quedaba una o dos horas pues con el donativo de Mina era suficiente, pero esta vez ahí estaba ella, hablando de sus logros y sintiéndose admirada por gente que no conocía. Hasta que un cuerpo golpeo contra el suyo haciendo derramar un poco de su vino en el suelo, quería decirle a la persona que se disculpara pero al notar que era su novia prefirió disculparse con los demás y caminar detrás de ella.
Al salir a la calle Sana miró a ambos lados en busca de Mina encontrándola casi llegando al final de la calle sin moverse, la japonesa de ojos avellana dio unos pocos pasos intentando descifrar el porqué la pelinegra no se movía hasta que... Miró cómo su novia era rodeada por unos brazos con tatuajes, Sana dio dos pasos para atrás esperanzada de que su novia alejara los brazos ajenos de su cuerpo... “Quita a quién sea que te esté tocando Mina... Tú nunca dejas que te toquen... ¿Quién te está tocando si se supone que eres mía?” La japonesa de cabello café pardo sentía su sangre hervir, sinceramente últimamente Mina ya era la dueña de las mariposas en su estómago pero mirar cómo era rodeada por alguien más le hacía querer vomitar, no se supone que Mina la deje, ella era quién tenía que acabar con todo porque Minatozaki Sana no va a ser una dejada. Sin decir o hacer nada sobre la situación de su novia la japonesa regresó sobre sus pasos hasta la fiesta fingiendo su mejor sonrisa hasta que estuvo nuevamente con Jihyo ahí sí que volvió a sonreir de manera genuina disfrutando de cada palabra que salía de la boca de su menor, a Sana le parecía fascinante lo inteligente y madura que era Jihyo, le gustaba poder admirar a alguien cómo Park Jihyo...
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— ¡Señorita Myōi! — Chaeyoung tomó la mano de la mayor antes de que esta girara en la esquina para seguir su camino su auto, planteándose frente a la hermosa pelinegra. — Si se está yendo por lo que dije, lo lamento mucho, no era mi intención, no se vaya y no me odie. — El corazón de la coreana se estrujaba con cada lágrima que silenciosamente recorría las mejillas de su mayor logrando que en ella creciera un sentimiento de querer protegerla de todo lo malo que existía en el mundo.
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Mina la menos sufrida por escuchar que no es el tipo de una morra con complejo de puerta de baño público (y qué si le gusta):
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Better than Revenge | Michaeng
Fiksi PenggemarCaps escritos con canciones de Taylor Swift de fondo. 👍