— ¿Por qué carajos, mi novia está con su estúpida amiga Son Chaeyoung? — Dahyun y Tzuyu se miraron entre sí sin entender nada, simplemente la doctora Minatozaki había llegado al area de pediatría a confrotarlas.
— Qué yo sepa la doctora Park está en cirugía. — Comentó la más alta con inocencia mientras Dahyun apretaba los labios para no reírse pues era consciente de qué hablaba la castaña.
— Díganle a Son Chaeyoung que se aleje o le haré la vida imposible en este hospital. — Murmuró entre dientes la mayor con una mirada de furia que sí logró incomodar por unos momentos a las doctoras. Cuándo Sana dio media vuelta para regresar a sus labores su sonrisa parecía la más sincera y salió del lugar despidiéndose alegremente de las enfermeras.
— Es una... — Dahyun no terminó su oración por respeto a los bebés del area y a su bebé que estaba a un lado aún confundida.
—¿Chae le coquetea a Jihyo? Creí que le gustaba Mina—
— Se supone que yo no sé esto y tu tampoco, pero Mina volvió con Sana, pero Sana no sabe que Mina sabe que Jihyo es su novia y Jihyo sabe que Mina sabe que ella es novia de Sana y sabe que Sana no sabe. — Mientras la pálida chica hablaba movía sus dedos de un lado al otro hasta que se le enredaron. — Ah y ahora Momo que es la mejor amiga de Mina sabe que a Chaeyoung le gusta Mina y quiere ayudarla pero primero tiene que hacer que Mina deje su venganza.—
— Ojalá te hubiera entendido para estar emocionada cómo tú. —
Ni siquiera podía reclamarle a Mina por no quedarse a dormir y menos por estar con la doctora Son y es que ya estaba escuchando el "Ese no es tu asunto, Sana" — Aaah, cosechas lo que siembras Minatozaki Sana, ¿Para que le enseñe esas actitudes? —
Y para mala suerte de la chica de ojos avellana al dar vuelta en el pasillo se encontró de frente a Jihyo, tanto que la había evitado hoy.
— Hola, amor, no te vi en toda la mañana. — La sonrisa de Jihyo era tan cálida que podría derretir a cualquiera pero ahora mismo Sana solo tenía cabeza para una mujer y esa era Mina, tenía que haber una manera de hacerle entender a Son Chaeyoung que Myōi sólo podía ser de ella.
— Oh, hola, cielo, estoy un poco ocupada ahora, pero en cuanto me libere, prometo ir a verte. — Algo confundida al ver cómo la castaña se alejaba por el pasillo Jihyo sacó su celular y llamó a Mina.
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— Sana-chan ahora no es un buen momento. — Mina tenía agarrada de la mano a Chaeyoung para que no se volviera a escapar pero esta última era cómo una niña pequeña que intentaba seguir caminando.— ¿Rara? ¿En qué sentido? tranquila no creo que sepa algo... ajá, sí luego te veo. —
— Le contaré de esto a quién más confianza le tenga si no me sueltaaaa. — La japonesa volvió a guardar su celular y ahora tomó por los hombros a su menor. — No me voy a retractar de mis palabras. —
— No lo hagas, yo lo haré, lamento haber hablado mal de esa chica, ahora déjame llevarte a casa si así lo quieres. — Soltó su agarré de los hombros de la menor y dejó escapar un suspiro de alivio cuando esta ya no salió corriendo. — Eres cómo una niña.—
—Soy adorable, lo sé, y aún no quiero ir a casa en realidad. —
Ambas comenzaron a caminar por las calles de la cuidad intentado postergar el tener que separarse y volviéndose ajenas a los problemas del mundo, solo estaban ellas dos conociéndose de la manera más inocente posible logrando en Mina lo que había hecho desde el primer día de la visita de su menor hace meses, que olvidara todos sus demonios y logrando en Chaeyoung que la dueña de esos hermosos ojos azules se enterrara más profundo en su corazón y haciendo llorar a este mismo por no ser suficiente para que la japonesa lo notara... Y así entre risas, fotografías y preguntas banales la noche llegó. La mayor llevó a Chaeyoung a su edificio, y aún con ganas de seguir cerca de ella la acompañó hasta la puerta de su apartamento.
La mayor tomó del meñique a la chica de ojos color ébano para retenerla unos segundos más. — ¿Recuerdas que querías remodelar mi oficina? ¿Me venderías tú dibujo del pingüino? — La voz de la japonesa salió tan gentil y delicadamente sintiendo sus mejillas ruborizar cuándo no recibió una respuesta y su menor solo entro a su apartamento. ¿Se debía ir? ¿O se quedaba ahí parada?
Después de un minuto Chaeyoung salió con más de un dibujo entregándoselos a la mayor, todos eran de pingüinos, lo cuál hizo sonreir a la japonesa. — Son un regalo. —
— Son hermosos. — La mirada de Mina estaba puesta en lo que sus palabras se referían y aunque sí, los dibujos eran hermosos sus ojos viajaban entre los color ébano de su menor... Pero las burbujas siempre revientan y está vez fue el celular de Chaeyoung el responsable de devolverlas a la realidad.
— Gracias por hoy, ni siquiera sentí la resaca. — La coreana se despidió con un beso en la mejilla que aceleró el corazón de ambas y es que no había sido de esos típicos besos de mejilla con mejilla, fue uno dónde sus labios tocaron la tersa piel de su mayor aún por pocos segundos. — Linda noche, Minari. —
— Descansa Chaengie. — Vio cómo la menor ingresaba a su apartamento y con todas las emociones a flor de piel salió del edificio, y por fin en su camioneta sus lágrimas escaparon, y es que no sabía lo qué estaba sucediendo ya, no quería sentir algo por Chaeyoung, no quería porque temía que la historia se volviera a repetir, no quería porque temía ser ella el problema, no quería pensar en la posibilidad de ella ser un veneno que infectara a aquel rayito de sol... aunque pensándolo bien, Chaeyoung no era un rayito de sol, era más bien una galaxia entera, y Mina... bueno Mina era un agujero negro.
