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Pasaron tres semanas más. Muchas cosas ocurrieron en esas tres semanas.

Carlos tuvo que decirle a la policía que Charles ya estaba despierto pero les dijo que no se sentía listo para hablar, por suerte lo respetaron y le dijeron que tomara su tiempo.

También se lo dijo a sus amigos y les avisó que no podrían visitar la casa en un tiempo.

Charles le había dicho a Carlos que podía cuidar a Elara, estaba encantado con la niña y sabía que tenía que rehacer su vida en algún momento, sentía que si no lo hacía pronto se hundiría en sus demonios. Así que, que mejor forma de avanzar que cuidando a aquella adorable niña, a Charles le encantaban los niños y se sentía seguro con la cachorra del alfa. Así que la cuidaba, ignoraba su dolor y fingía que todo iba perfectamente aunque sabía que no era así. El alfa accedió, pero no quería molestar mucho a Charles así que solo la dejaba algunos días y otros la llevaba con sus amigas o tíos.

A pesar de lo que Charles le dijo, Carlos compró ropa por montones para el omega y siguió llevándole su medicación. Charles seguía siendo muy retraído con Carlos, apenas cruzaba unas cuantas palabras con él, la mayoría eran agradecimientos y pequeños comentarios sobre lo bien que se portaba Elara, evitaba a toda costa su contacto aunque ya podía permanecer en la misma habitación que él por más de diez minutos, siempre y cuando la cachorra estuviera ahí.

Carlos notó que su cachorra se había convertido en un punto de confianza para Charles y eso lo alivió bastante, sabía que la recuperación de el omega sería lenta y creyó que su niña lo haría más fácil para todos.

Las heridas de Charles desaparecían poco a poco, los hematomas que alguna vez habían sido púrpuras o casi negros ahora tenían solo tonos verdes, amarillentos o habían desaparecido por completo, las heridas más profundas tardaban más y a Charles le seguían doliendo horriblemente, en especial aquella en su abdomen. Algunos días apenas y lograba dormir por el dolor y las pastillas no ayudaban mucho siendo tan pocas.

Aquella noche en especial el dolor era insoportable. Era sábado 1:30 am, Carlos y Elara ya estaban profundamente dormidos y mientras tanto Charles, se retorcía de dolor en su cama, no sólo eran sus heridas esta vez su cabeza también punzaba dolorosamente y estaba casi delirando por el dolor. Apretaba su cabeza con fuerza mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. No aguantaba más y actuó ciegamente.

Se levantó de la cama corriendo y entró al baño directo hacia el botiquín, tomó el frasco de sus pastillas para el dolor y lo abrió. Vació dos pastillas en su mano y las miró unos segundos, frunció el seño y vacío por completo el frasco en su mano, sin pensarlo dos veces se tragó todas las pastillas con ayuda de un vaso de agua. Pasó así unos minutos más, recargado en el lavabo mirándose en el espejo, con la respiración agitada y el sudor en todo su cuerpo. Bajó su mirada al lavabo y ahí observó el frasco de pastillas ahora vacío y entonces fué cuando se dió cuenta de lo que había hecho.

"Mierda, no, no, no"  se alejó del lavabo rápidamente tomando su cabeza que aún dolía. Él no quería matarse solo quería que el dolor se fuera.

Ahora no estaba solo adolorido si no también asustado, no sabía que hacer, volvió a la habitación y le dió vueltas desesperado, comenzaba a sentirse mareado y eso no era nada bueno. Necesitaba hacer algo, necesitaba ayuda y debía pedirla ya.

Salió de su habitación agitado y se dirigió a pasos firmes a la habitación del alfa, ni siquiera se molestó en tocar a la puerta, no podía perder el tiempo, empujó la puerta tratando de hacer todo el ruido posible pero aún así al entrar, el alfa dormía plenamente.

No quería, realmente no quería acercarse más pero necesitaba hacerlo, el olor del alfa envolvía la habitación y eso lo hizo calmarse un poco sin saber porque. Se acercó a la cama parándose junto a

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