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Había pasado una semana desde su celo, estaban a inicios de diciembre y el frío corría por todos lados, parecía incluso que nevaría. Charles estaba en la sala leyendo un libro, hecho bolita con una manta.

Carlos estaba en el trabajo y Ela en la escuela, era su última semana antes de las vacaciones y estaban haciendo muchas actividades navideñas que la pequeña no se quería perder.

Terminó otro capítulo de su libro y decidió que era hora de tomar un poco de aire. Dejó las cosas en su lugar y se puso una enorme chaqueta de mezclilla que era de Carlos. Se puso zapatos, que aunque no le gustaban debía usar por el frío de afuera, y salió al jardín.

Su nariz se puso roja casi al instante en que hizo contacto con el frío y Charles inhalo profundamente el frío aire, observó como su exhalación se convertía en una pequeña nube de vapor y rió.

Se sentó en el pasto como solía hacerlo y recargó sus manos en el mismo para poder mirar las nubes, ahora el cielo estaba cubierto por ellas y parecía que en cualquier momento empezaría a caer nieve. Se quedó un buen rato perdido en sus pensamientos hasta que fueron interrumpidos por un agudo chillido.

Se incorporó en su lugar y miró a su alrededor en busca de la fuente de aquel sonido, volvió a escuchar el chillido y lo ubicó cerca de unos arbustos de flores. Se levantó y caminó hacia ellos.

Cuando estuvo al lado, ya no sólo se escuchaba el chillido si no también una pequeña respiración que cada vez sonaba más cortada.

Se agachó y comenzó a buscar a la pequeña criatura que sonaba y encontró debajo del arbusto, metido entre las ramas a un pequeña gatita blanca con café, cubierto de tierra que temblaba de frío.

De inmediato la tomó entre sus manos teniendo cuidado de no asustarla ni lastimarla y la sacó del arbusto ganándose algunos rasguños de las ramas del mismo pero sorprendentemente ninguno de la gata.

Ya fuera del arbusto la llevó a su pecho y la cubrió con la chaqueta, la pequeña, estaba muy fría y en cuanto Charles la cubrió, empezó a ronronear.

El omega la llevó dentro de la casa para poder verla mejor y que entrara en calor. Fue hacia su habitación por una toalla para envolverla y ahí la revisó con más cuidado. Tenía 3 quemaduras de lo que parecía un cigarro en su lomo y patas y algunos rasguños en todo el cuerpo, sus ojos eran verdes,  y no parecía tener más de 4 meses.

"Hola pequeña", puso a la gatita de nuevo en su pecho y vio como cerraba sus ojitos. "Soy Charles, seré tu nuevo amigo".

Bajo a la cocina con la minina en brazos mientras le acariciaba la cabecita. "Ya nadie te hará daño lo prometo, pero ahora debo darte un baño porque estas lleno de tierra y ramitas".

Puso a la gata en el fregadero y desenvolvió la toalla, después tomó un trapo limpio del cajón y lo mojó con agua tibia para pasarlo por todo el cuerpo del animal que no se movió en ningún momento, después puso un poco de jabón para trastes en el trapo y talló toda la mugre y pequeñas basuras de su pelaje para limpiarlo, cuando toda la pequeña criatura estuvo llena de jabón, Charles abrió el grifo con agua tibia y le quitó todo el jabón.

Estaba secando a la gatita con la toalla cuando escuchó el ruido de la puerta y se paralizó. No se suponía que Carlos llegará a esa hora, aún era muy temprano incluso para que Ela saliera de la escuela.

Carlos entró dejando todas las bolsas de Elara en el perchero y la mando a cambiarse el uniforme,

mientras el se quitó los zapatos y fue a la cocina donde había escuchado ruido. Ahí encontró a Charles de espaldas a él, estaba haciendo algo en el fregadero y parecía que le hablada a alguien.

CuídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora