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Carlos despertó con un pequeño cuerpo sobre él, sintió el dulce olor de su cachorra y sonrió por instinto, abrió los ojos y pudo ver que efectivamente, Ela estaba profundamente sobre él, la tomó por debajo de los brazos y la jaló para que la cabeza de la pequeña quedara en su hombro y acarició su cabello.

Se extrañó al no sentir a su lado el calor al que estaba acostumbrado y estiró su brazo para buscar a Charles en la cama pero no lo encontró.

Sin dejar de abrazar a Elara se sentó en la cama para buscar a Charles con la vista pero no había señales de él. Creyó que de nuevo había tenido pesadillas pero normalmente lo despertaba cuando eso sucedía y además había logrado dormir toda la última semana.

Charles ya había tomado su primera sesión con la psicóloga, era amiga de Checo, una linda y amable omega llamada Carola que en todo momento fue sumamente cortés y comprensiva con Charles, y lo hizo sentir tranquilo al respecto. Por insistencia del omega, Carlos se había quedado con él durante toda la sesión tomando su mano y acariciando su cabello con suavidad. Charles en realidad no habló de mucho, solo terminó de resolver varias dudas que tenía con la psicóloga y apenas habló algunas cosas de cómo se sentía últimamente y cómo le hacían sentir los ataques de pánico.

El diagnóstico de Carola era que Charles sufría depresión y comenzaba a desarrollar un severo síndrome de ansiedad causado por su estrés postraumático. Pero no quería enviarle algún medicamento al que terminara generando una adicción porque creía que con el apoyo que tenía y una sesión a la semana podría recuperarse mejor que si le inhibía las emociones con antidepresivos.

Luego de esa primera sesión, Charles pareció sentirse más tranquilo respecto a la terapia y a todo lo que estaba sintiendo, había dormido mucho mejor y solo había tenido una pesadilla en toda la semana pero esta vez no terminó en gritos y llanto, solo

Charles despertando a Carlos para que lo abrazara y marcara con su olor.

Además, Carlos llevaba ya una semana y media despertando acurrucado con Charles y no verlo a su lado se sentía extraño ahora.

Escuchó ruidos en la planta baja y el aroma del tocino comenzó a colarse por toda la casa, al parecer Elara también pudo olerlo porque levantó su cabeza del hombro de Carlos y olfateó el aire, el alfa rió al verla y besó su mejilla.

"Buenos días bebé".

La pequeña somnolienta se giró a ver a su padre y una enorme sonrisa creció en su cara, rodeó el cuello de Carlos con una enorme sonrisa y besó su mejilla de regreso. "Buenos días papi! ¡Feliz cumpleaños!"

"Muchas gracias bebé, ¿sabes dónde está Charles?"

Ela negó con las mejillas infladas. "¿Abajo? huele a desayuno".

"Tienes razón princesa, deberíamos ir a investigar", Carlos se levantó de la cama cargando a Elara y salió del cuarto.

El olor del tocino se hacía más fuerte mientras más avanzaban por la cocina y también podían distinguir otros olores de comida y frutas y además el de Charles que al parecer se encontraba muy feliz.

Llegaron a la cocina y encontraron a un hiperactivo Charles saltando por toda la cocina mientras preparaba un enorme desayuno que estaba por toda la isla de la cocina. En una de sus tantas vueltas reparó en la presencia de los dos par de ojos cafes en la entrada de la cocina y les sonrió alegremente.

Se acercó a ellos y los besó a ambos en la mejilla. "Buenos días princesa", acarició la mejilla de la pequeña haciéndola sonreír y después miró al alfa con una sonrisa para abrazarlo. "Buenos días precioso, ¡feliz cumpleaños!"

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