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Tal y como Carlos lo había predicho, Charles fué despertado por el pequeño cuerpo de Elara saltando en la cama.

Se levantó de la cama riendo y cargó a la cachorra para que dejara de saltar.

"Buenos días bebé".

"¡Buenos días mami!"

"Feliz Navidad, Ela".

"¡Feliz Navidad! Vamos, hay que despertar a todos y abrir los regalos!", la pequeña daba saltitos en los brazos del omega.

"Claro que si, vamos", Charles llevó a la pequeña hasta el cuarto de Carlos y la soltó para que lo despertara.

La niña saltó sobre el alfa y puso las manos en sus mejillas. "Papiiii arribaa, ¡wakey wakey!"

El castaño los miraba desde la entrada de la habitación y reía divertido al ver a Carlos quejarse.

"Cinco minutos más".

"No papi no hay tiempo, los regalos ya están ahí esperando", a pequeña sacudía al alfa con desesperación.

"Cariño por qué no vas a despertar a Lando y mientras, yo hago que tu flojo padre se levante", Charles se acercó a la cama y la pequeña asintió, corriendo de inmediato fuera de cuarto.

El omega se sentó al lado de Carlos y después se dejó caer sobre él pegando sus narices juntas. Dejó un camino de besos en la mejilla del alfa y terminó con un beso suave en sus labios.

Carlos sonrió de inmediato y rodeó la cintura de Charles.

"¿Puedes despertarme así toda la vida?"

"Sólo si te levantas ahora", Charles se incorporó en la cama y tiró de Carlos para que hiciera lo mismo.

"Creí que había sido un sueño".

"Pareció uno", él omega acomodó el cabello rebelde del más alto y lo miró a los ojos. "Anda bobo, levántate antes de que la pequeña bestia venga a saltar sobre ti de nuevo".

"Oh, seguro está muy ocupada torturando a Lando y tirándolo de la cama".

"No seas flojo vamos, Caaalos".

"Alguien más está emocionado por ver sus regalos, ¿eh?"

"Oye no puedes culparme, nunca antes había abierto regalos de Navidad, o de cumpleaños y ahora tengo los dos".

"Está bien vamos", Carlos por fin se levantó de la cama y ambos salieron del cuarto, justo para ver a Elara arrastrando a un somnoliento Lando fuera de la habitación.

"Buenos días Lando", saludó Charles con una sonrisa divertida.

El menor apenas pudo responder con un gesto de mano antes de ser arrastrado escaleras abajo.

En la sala, Checo y Max ya estaban afortunadamente despiertos y muy acurrucados entre las mantas del sofa-cama.

"Buenos días mocosa", Max abrió sus brazos para recibir a la pequeña que saltó a ellos dejando a Lando botado en el pasillo.

"Buenos días tío Max, buenos días tío Checo, ¡Feliz Navidad!", Checo se unió al abrazo.

Carlos levantó al menor del suelo y después lo tiró encima de los chicos que aún abrazaban a Elara.

"¡Carlos Sainz! Ya te dije que no juegues así con Lando, se van a lastimar", Checo le dió un manotazo a Carlos y después besó la frente de Lando.

Charles sonrió enternecido por la actitud protectora de Checo, parecía que esos tres eran sus hijos y no sus amigos.

CuídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora