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Jungkook.

El trayecto a casa es más largo de lo normal, o solo soy yo, que no tengo cabeza para nada. Es de noche y las luces que antes me instaban a no dejar de mirarlas ahora solo me causan nostalgia.

Mentiría si dijera que no me siento a punto de volverme loco, porque la verdad ya no se qué hacer. Llevo media hora estudiando el reporte de mi último caso en Corea y la verdad me encuentro perdido. Paso unos apuntes al cuaderno y analizo los factores. Un alivio enorme me recorre al saber que esa persona podrá tener una mejor y más sana vida de ahora en adelante y me apresuro a terminar todo y dejarlo organizado.

Había traído conmigo algunas cosas personales que antes estaban en mi escritorio. Las cuales por razones obvias no quiero que se queden allá.

Abro la caja donde estaba todo y la foto familiar de mis padre cuando recibió la brigada internacionalista el premio Nobel de la Paz, me recibe. Ambos sonríen y mi yo de diez años sostiene un estetoscopio con una sonrisa.

Paso el dedo pulgar por por la cara de mamá y papá y un sentimiento me inunda el pecho. Retengo las lágrimas mientras acomodo el cuadro encima de la cama. Sigo rebuscando y cuando todo lo que planeo llevarme está acomodado es que entonces en el mismo fondo aparece el listón rojo.

Lo tomo en la mano y automáticamente el recuerdo viene a mi mente como un disco rayado.

«Veremos qué tan buena eres, Chica prohibida.» Recuerdo haber pensado y la voz del anfitrión llega a mi mente.

-Con ustedes nuestra gran estrella- gritó y miles de gritos, más silbidos sonaron por el lugar. Me acomodé mejor en el asiento mientras le daba un sorbo a mi whisky escocés.

El telón se abrió y las luces se apagaron, al momento una luz blanca alumbró el centro donde una chica salió haciendo a todos gritar eufóricos. Ésta se agarró de el tubo y comenzó a deslizarse de una manera muy sensual, la lencería roja y las ligas hacían de su cuerpo un manjar y ni hablar de sus curvas, toda una diosa.

Mi vista no se despegaba de ella y me era imposible dejar de verla, sentía calor de repente cuándo su trasero rozó el tuvo y joder, la imaginé rozándose contra mí.

Estúpida mente.

Cuando concluyó hizo un gesto de reverencia al mismo tiempo que acomodó su máscara negra. No sé cómo ni porqué pero en el momento en que nuestras miradas se conectaron sentí chispas por todo el cuerpo y antes de que el presentador hablara ya ella había desaparecido. El hombre se quedó asombrado ante lo ocurrido y mi vista recorrió todo el lugar en su busca, pero ya era demasiado tarde.

Y en el escenario solo había quedado un lazo rojo de las ligas de la lencería y miles de billetes de dinero.

Recuerdo todo tan claro que me siento como si lo estuviera viviendo de nuevo y desearía no haber sido tan estúpido y haberme demorado en darme cuenta de que ella era mi mundo y que sin ella, Jeon Jungkook se volvería una mierda.

Me siento en la cama sin dejar de mirarlo. Había perdido la motivación para terminar de empacar y sabía que mañana a medio día, ya estaría en un territorio completamente nuevo para mí y dolía pensar en que ella no iría a verme. En qué ella ya no quería tenerme a su lado y la verdad me sigo preguntando el por qué de que todo esto se desmoronara de un día para otro.

Y sí, ese medito video me había humillado, me había hecho sentir una mierda, me había puesto en boca de todos. Pero era lo que menos me importaba cuando a quien único quería a mi lado ya no estaba.

Limpio una lágrima que cae de mi ojo derecho y me levanto dejando atrás este deja vu que me había puesto lo suficientemente vulnerable.

Ayer me prometí no volver a llorar y esa lágrima creo que es el fruto de romper mi promesa. No puedo evitarlo, porque aún recuerdo el calor de su cuerpo junto al mío y como me hacía sentir. Recuerdo cada noche que pasamos juntos y las veces que la vi con mi camisa puesta durmiendo a mi lado. Y lo entraño. Tanto como si un lado mío se hubiera marchado con ella.

El timbre suena y dejo la cajita de leche de plátano sobre la encimera porque mentiría si dijera que no sentí mi corazón acelerarse como un tambor y mis manos temblar.

Casi que corrí a la puerta como si del otro lado estuviera la otra mitad de mi corazón. Como si el pedazo que quedaba en mi pecho se arrastrara buscando su otra mitad y suspiré mordiendo mis labios nervioso antes de abrir la puerta.

Casi que gruñí al darme cuenta de lo estúpido que había sido al pensar algo que por mucho que doliera sabía que no iba a pasar.

Me hice a un lado y dejé que Jimin y Taehyung pasaran. El último dándome un vistazo fugaz y apenado.

Jimin dejo la bolsa sobre la mesita de centro y sacó de allí un cartucho con lo que parecían ser medicamentos y dejó las botellas de Soju aparte.

Tomé asiento a su lado e inmediatamente tomé un pomo de píldoras.

Antidepresivos, vitaminas, somníferos, paracetamol.

¿Qué demonios?

—¿Qué pretendes con ésto?— alcé una ceja mirándolo y éste apretó los labios.

—Sabes bien lo que pretendo, ¿O es que acaso me voy a quedar de brazos cruzados nada más viéndote así?

Bajé la mirada tensando la mandíbula y cerrando las manos buscando calmarme.

—¡Ya deja de guardar todo para ti solo! Eres mi amigo y no voy a dejar que te derrumbes así por algo que se puede solucionar.

—No quiero hablar de ello— miré a Taehyung buscando ayuda pero negó.

Frustrado tomé una de las botellas de Soju y la destapé, tomando un trago largo, que me quemó la garganta.

—Ya para. Eres adulto, sabes cuándo debes poner un alto. Así no solucionarás nada.

—No se para que hablas— comento a la defensiva y miro a Taehyung a los ojos, el cual suspira asintiendo.

—Hablo porque se lo que se siente tener el alma en pena y porque lo mío no tuvo remedio de ningún tipo, pero lo que a ti te está pasando si se puede solucionar.

—Ya deja de hablar así. Solo haces que me sienta peor de lo que ya me siento.

—Ok. Luegos no digas que no te lo advertí.

—¡Bueno ya!— nos interrumpió el mayor—. Vine hasta aquí para despedirlos y me salen con esto. Ya dejen los problemas amorosos de lado y toma— le entregó una botella a Taehyung, la cual cogió un poco desconcertado.

—Maldito—murmuró Kim amenazador señalándolo con el dedo—. Juro que cuando llegue a Luanda buscaré una curandera de esas que hay en ese país, y te voy a embrujar.

—¡Ni lo sueñes!— le lanzó una caja de pastillas por la cara—. Yo estoy casado y muy bien comprometido con mi soltería.

Se defendió el mayor dando un sorbo a su botella sin apartar los ojos ofendidos de Kim.

Tragué en seco mirando la pelea de ambos y por un momento me sentí como antes. Libre de preocupaciones y por la última noche que me quedaba en Corea tomé un largo trago que me entumeció los sentidos.

—Oye Jeon— murmuró Jimin medio ebrio al cabo de una hora.

—¿Qué?— murmuré sentado en pose de indio sientiéndome hipnotizado.

Este hipó poniéndose una mano en la boca.

—Le pedí a Y-yoori que te fuera a despedir.

Murmuró lo último ya acurrucado al lado de Taehyung que roncaba como locomotora y sentí ahogarme con mi propia saliva. Tratando de procesar todo en mi mente aturdida por el alcohol y por último casi que gritando al caer en cuenta de sus palabras.

¡¿Qué?!—casi que grité sin aliento.




[•••]

El próximo es el final.

Voten y comenten.

Taehyung y Jimin son como las madrinas de Jungkook, siempre lo andan cuidando 😅.

No hice el capítulo tan triste porque sinceramente ya estoy cansada de sufrir 🥺.

UNHOLY   |Jungkook| |+18| (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora