PARTE 2.Disfruto de un relajante baño y me deslizo en ropa nueva y cómoda. Wonka aún no ha salido de su habitación, pero desde la alcoba percibo ruidos de frascos chocando, así que salgo y me acerco a su puerta, dónde ahora escucho el sonido de líquidos burbujeantes.
Me pregunto internamente, llena curiosidad: ¿qué estará haciendo?
Entro de nuevo a mi habitación para colocarme un bolso cruzado y, por supuesto, llevar conmigo el dulce de Willy, el cual guardo en el bolso frotal de mi bolso con sumo cuidado, por último tomo un par de cosas que quizá pueda vender ante cualquier fracaso, pero trato de pensar positivo.
Guardo el anillo y el par de aretes de rubí. Llevo años con ellos y tienen un valor sentimental descomunal para mí, pero no queda de otra, no pienso aprovecharme del jóven Wonka y que pague mis deudas.
Al salir, descubro que mi salida coincide con la aparición de Willy desde su habitación. Lo veo ajustando su saco con emoción y pregunta con alegría:
-¿Lista?
-Lista -respondo compartiendo su entusiasmo.
Al pasar por el mostrador, la mujer nos despide con un exagerado tono alegre que me parece sospechosamente falso.
-¿Qué planeas hacer para presentar y vender tus dulces? -le pregunto mientras caminamos.
-Ya lo verás -responde envuelto en un aura de misterio.
Asiento comprensiva, ansiosa por presenciar por mi misma su estrategia. - Um... - lo escucho titubuear, incapaz de mirarme - Lu-luces muy bonita con ese atuendo.
Su alago me toma por sorpresa.
- Pu-pues, muchas gracias. También luces muy elegante y apuesto. - eleva el rostro hacia mí, ladeando una sonrisa tímida.
- Gracias...
Con diversión me acerco solo un poco y murmuro:
- Ese sombrero realmente va perfecto con ese abrigo.
Nos reímos, pero entonces se detiene, deposita su maleta en el suelo, sostiene su bastón debajo de su brazo y retira su sombrero para introducir la mano en este. Al sacarla de nuevo, emerge ahora con una bufanda en sus manos.
- E-esto, es para tí.
Con vacilación, se aproxima y la envuelve con cuidado en mi cuello. La prenda suelta un delicioso aroma a vainilla y canela, que se entremezcla con el olor a chocolate que emana del castaño.
- Hace demasiado frío y... podrías resfriarte. - explica con calma - tú me cuidaste del frío, ahora yo también lo hago.
- Pues, señor, le agradezco demasiado por ello.- Expreso fascinada.
Bastante interesado en saber más, nuestra conversación deriva hacia temas más personales, como mi vida, más sobre mis sueños, sus sueños y finalmente, nuestros anfitriones.
-En serio, pensé que eran un matrimonio, ¿sino porque el negocio llamarse Lejía y Fregoso? - Se ríe mientras comenta, contagiandome también.
-No lo sé, pero enseguida pude darme cuenta de que no lo son. Aunque discuten como uno, eso seguro.
-¿Los matrimonios discuten con tanta frecuencia? - pregunta con curiosidad, y yo me cuestiono si acaso sus padres jamás lo hicieron, aunque todavía no me atrevo a indagar sobre ellos.
-Sí, algunos... bueno, quizá eso sucede en todos, no conozco ninguno que no lo haya hecho.
-No tiene que ser así, siempre se puede hablar tranquilamente -opina Willy.