Asciendo fatigada escalón tras otro, sintiendo el peso en mis pies por las incesantes tareas que Fregoso no dejaba de imponerme con tal de fastidiarme.
Estoy segura que esta vez ya no alcancé a ayudar a Noodle con su clase a Willy, pero aún así, camino hacía la habitación de él, que precisamente, se encuentra con la puerta completamente abierta. Me asomo con lentitud; Willy está sentado frente a su pequeña fábrica en el escritorio, concentrando su vista en algo en el centro de esto, con dejo de tristeza.
— Toc, toc — digo en tono bajo, anunciando con golpeteos suaves en la puerta.
Soy eecibida por su rostro iluminado. Puede sonar un tanto cruel, pero su expresión es como la de un cachorrito feliz al ver a la persona que adora.
— ¡____! — Se desplaza a prisa y me envuelve en sus brazos con afecto.
Estos instantes en los que me permite experimentar su cercanía, sentir el calor que irradia su cuerpo y disfrutar de su delicioso aroma a dulces; son los momentos más preciosos de la vida.
Cuando finalmente me suelta, pregunto con una sonrisa juguetona:
— Sabes que el grandote podría aparecer en tu puerta y darte un buen susto, ¿verdad?.