En el trayecto solo deseo que haya sacos, porque de no haberlos, esta vez golpearía como un costal dentro de la canasta, pero mi temor se desvanece cuando de repente realizo un clavado perfecto en las mullidas telas. Escuchando murmullos.
- ¿Pero qué fue eso? - resuena una pregunta, una voz femenina. La respuesta, sigue de un hombre de edad mayor, sugiriendo:
- Alguna nueva víctima, seguramente.
- No - Esta voz sí la reconozco - reconozco ese grito. - le escuche decir, uniendo así el reconocimiento compartido de nuestras voces. Lo escucho correr hacia donde me encuentro. - Es, es, ¿___, eres tú? - Atrapada de nuevo entre los sacos, sus hábiles manos encuentran mi cintura, ayudándome a emerger. Una vez más, la oscuridad de un saco cubre mi rostro, pero en esa penumbra, su risa, plena y feliz, revela la alegría de encontrarme.—Sí eres tú—afirma con humor
- Es fácil deducir que soy yo cuando solo conmigo se traen algo estos sacos — comento divertida y alzo un poco la tela, deslumbrándome con la curvatura radiante de su labios, que se borra ante al parecer; una terrorífica idea en su mente
- ¿Pero qué haces aquí? ¿Te hicieron algo?— La inquietud en su voz revelando la constante preocupación, la atención que me da, teje un cálido cosquilleo en mi estómago
Respondo es cuestión —Me las arreglé para que me mandaran aquí, quiero ir contigo.— El congelamiento de su postura, sus mejillas tiñéndose, delatan su sorpresa
-Hiciste esto por mí—expresa encantado. —Pero no debiste. Debieron maltratarte. Dijiste que no te pondrías más en peligro
- Sí, bueno — saco un pie intentando salir — lo siento, ciertamente he fallado en eso —Willy se apresura y me carga por completo en brazos, colocándome fuera sin dejar su mirada persistente, una mirada que parece entrelazar un vínculo invisible.
- No tienes por qué disculparte... — alguien se aclara la garganta, y al romper el ensimismamiento, nos damos cuenta de que sigo sosteniéndome de su cuello y el de mi cintura. Juntos, damos un gran paso al lado contrario con evidente vergüenza, y desde su mesa de trabajo, una chica de lentes señala mi identidad.
- Espera, tú eres ___, la chica de la que Willy siempre nos habla — Le miro y él sonríe mirando sus zapatos — la que nos ha estado preparando esa deliciosa avena y además nos ha enviado comida diferente.
- ¡El dulce angelito! —exclama la mujer de tez morena. Mi ceño se frunce con una sonrisa confusa, y rápidamente otro hombre de cabello pelirrojo rizado señala hacia Willy.
- Él siempre te llama así — Ahora la cara del chico a mi lado arde en tono rojo —Y nosotros estamos muy de acuerdo que ese apodo te queda perfecto.
- Has hecho pasable nuestro infierno con la comida aquí — comenta el hombre mayor de anteojos. —Muchas gracias, señorita.
-Ustedes son las otras personas— subrayó con alegría y conmovida por la forma en que concideran.
-Hola, soy Piper Benz— se presenta la mujer de tez morena, apretando con firmeza mi mano.
-Encantada— Apunto a nuestras manos con evidente dolor—Wow, es un buen agarre.
-Lo siento, cuento con demasiada fuerza— Golpea su brazo.
-Mucho gusto— Se acerca el pelirrojo — soy Larry Chucklesworth.
-Mucho gusto, señor Larry.
-Soy un gran comediante.— Los demás desaprueban con gestos y negaciones apenadas, plantando una cara desanimada en el señor Larry.
-Estoy segura de que lo es.— Le animo con una sonrisa, encontrando los ojos de Willy de manera fugaz, quien se muestra cautivado
-Soy Lottie Bell. Hola— Se presenta la chica de anteojos, su voz es muy dulce y serena.
-Encantada de conocerte.
-Apenas descubrimos que habla— añade Piper, haciéndonos reír.
-Y ___— se acerca Willy, tomando mi espalda y guiándome hacia el mayor allí — él es Abacus Crunch, es la cabecilla de aquí.
-Es muy grato conocerlo, conocerlos todos. Willy me ha dicho lo agradables y amables que son todos ustedes.
-Es un placer, señorita. Digo lo mismo, el joven Wonka tampoco deja de hablar de usted.
-¿Por qué no le contamos el plan?— interviene Willy hablando velozmente, rascando su cabello.
Decidida a aliviar la incomodidad del chico, continuo con el siguiente tema — ¿Sobre qué plan están hablando?
Abacus da un paso al frente — Bueno, hemos decidido ayudar al joven Wonka en su fuga de la lavandería y en la venta de sus chocolates, siendo sus ojos y ayudantes en varios puntos para asegurarnos de que la policía no los atrapen.
-¡Es increíble! — Es conmovedor ver cómo las personas a las que Willy quiere ayudar, también lo apoyan.
-Y por eso he creado otras dos máquinas — Con una voz cómica de presentador, Willy se sube a una mesa y me sonríe, sosteniendo su saco —. ¡Les presento mis nuevas creaciones para pasar desapercibida nuestra ausencia! — Señala hacia una cortina, de donde emerge Nuddle emocionada, tirando de la tela y revelando dos increíbles máquinas forjadas con piezas y cables reciclados. Una dobla la ropa mientras la otra mueve la plancha con destreza. Mi mentón cae con una enorme sonrisa, maravillada por su ingeniosidad, y no soy la única; todos adulan sus increíbles invenciones. Con los ojos completamente perdidos en las máquinas, de repente, una mano se extiende frente a mi rostro. Deslizo mis ojos por la mano, encontrándome con Willy, invitándome a subir a la mesa con él. Acepto con una sonrisa iluminada. Mis pies encuentran su lugar en la mesa, y junto a él, nos convertimos en el centro de atención.
—Mis queridos aliados, compañeros, y amigos, gracias por apoyarme. Hoy, junto a todos ustedes, damos un paso hacía la unión, hacia la libertad que prometo darles.— su vista se desplaza hacia mí— Te lo prometo...— mis tiemblan ante su mirada, y por todo lo que Willy representa como ser humano, es simplemente perfecto.
Los aplausos estallan, y con cierta vacilación entrelaza nuestras manos, para alzarlas juntos.