Parte 1
Descansas plácidamente en tu, no tan complaciente cama. Willy en su habitación, se remueve entre gemidos adormilados y doloridos, llevándose la mano a la zona donde recibió el golpe. Como si en un sueño te recordara, abre los ojos bruscamente y salta de la cama tal cual un resorte. Observa la habitación con confusión, sin recordar cómo llegó allí. Luego, sus ojos viajan a la prenda que lleva.
- Esto...no es mío. — frunce el ceño, recordando algo importante para él— ___... -murmura.
Consciente de que estuviste involucrada, preocupado por tu bienestar e inquieto por saber si el oficial te hizo daño, si Lejía y Fregoso descubrieron algo y tomaron represalias contra tí mientras se encontraba inconciente. Se apresura hacia la puerta, pero antes de alcanzar la perilla, Fregoso entra bruscamente en tu habitación. Son las 6:00 a.m., y está demasiado enfadada por no encontrarte en la cocina a la hora indicada. Se acerca amenazadoramente mientras duermes tranquila, y te toma del cuello de la ropa, haciéndote despertar sobresaltada y te pega al muro de la cama. Tu pequeño grito, seguido por la voz furiosa de Fregoso, resuena en la habitación del chico, alarmandolo por completo y se apresura a abrir la puerta.
-¿POR QUÉ SIGUES AQUÍ, DURMIENDO CÓMODAMENTE, CUANDO DEBERÍAS ESTAR ABAJO EN LA COCINA?
-Es obvio, ¿no? Me quedé dormida -te atreves a decir, pero no le gusta en absoluto a la mujer, quien te atre y te pega de nuevo contra la pared, provocando otra queja.
-¡Suéltala! -grita Willy, apresurándose, pero Lejía aparece frente a él, deteniéndolo con la mano en el pecho.
-Vuelve a tu habitación.
-¡NO LO HARÉ, ASÍ QUE MUÉVASE! -el hombre se burla, y Willy en un intento impetuoso, corre hacia ti. Antes de que pueda hacerlo, lo sujeta por los brazos y lo lanza de vuelta a la habitación. Willy cae sentado y te observa. A pesar de sentirte un poco asfixiada, asientes tratando de calmarlo. Él se levanta e intenta correr nuevamente, pero es frenado de nueva cuenta, cerrandole la puerta está vez.
-¡____! -gira la perilla pero Lejía le coloca llave.
-¡Tienes solo 2 minutos para bajar a la cocina o irás al armario! ¿Entendiste? -no respondes, solo la observas con desdén y ella te suelta. Hablando al grandulón-. Cuando la muñeca baje, ábrele a ese holgazán para que vaya a la lavandería.
-Sí, cariño -responde sumiso. Con fastidio, cierras la puerta y te apuras. Al salir, lo hallas con los brazos entrelazados y sus ojos clavados en ti para asegurar tu descenso a la cocina, mientras la voz de Willy resuena aún al otro lado.
-Estoy bien -ante tu respuesta, Willy cede un poco y preocupado pregunta
-¿Realmente estás bien?
-De verdad, estoy bien, no te preocupes.
-Basta de parloteo, dejen el romance para después -lo miras acusadora sin creer que diga eso cuando él mismo solo se la pasa de meloso con Fregoso.
-Todo estará mejor, lo prometo -grita Willy por última vez antes de que el grandulón te inste nuevamente a bajar a la cocina.
Mientras la mujer me increpa con una infinidad reproches, mi mente divaga en diversos planes para lograr que me expulsen de la cocina, así poder unirme a Willy para vender, y tengo la solución perfecta. Cuando ella se retira, sonrío maliciosamente, a pesar de saber que podrían reaccionar bruscamente.
Preparo la avena como siempre, y Nuddle aparece con aparente preocupación.
- ¿Estás bien? Escuché los gritos, especialmente los de Willy.
- Willy fue muy amable al defenderme, pero recibió otro golpe cuando Lejía lo arrojó. Me siento terrible. No te preocupes por mí, estoy bien. - Le entrego la avena. - Y tengo un plan para escapar de aquí e ir contigo y Willy a vender. - Nuddle me reprocha con advertencia.
- ¡Vas a meterte en más problemas!, Si descubren que sales o haces algo, solo recibirás más maltrato.
- Lo soportaré, pero no dejaré al joven Wonka solo con toda la deuda. - su mirada se vuelve apacible y enternecida.
- Espero que tu plan funcione.
- Funcionará. - En realidad, ni siquiera yo misma sé si será así, y de funcionar, temo que quizás no me manden a la lavandería. Ojalá que no me disponga a otra tarea. - Ahora ve, Fregoso dijo que le lleves la avena a la lavandería. - Ella asiente y sale, dejándome con mis pensamientos. - Que comience...
Tomo los alimentos y, pretendiendo cocinar para las "majestades", subo el fuego al máximo y dejo que la comida se queme. Al café le agrego sal en lugar de azúcar, y las ollas con comida hirviendo salpican incontrolables, haciendo un ruido escándaloso. Me pego a la pared, y de pronto la puerta de la cocina se abre, revelando a ambos adultos pasmados. La mirada de la mujer se clava en mí como una navaja.
- ¿PERO QUÉ SIGNIFICA ESTO? - No digo nada, simplemente la miro. - ADEMÁS DE LLEGAR TARDE, ESTÁS DEMASIADO MÁS TONTA HOY. ¡Controla esto!
- ¡No puedo! - Me encojo de hombros y empuja a Lejía, quien resbala con las gotas de comida en el suelo al dar el primer paso. Intento no reír. Se pone de pié aún resbalando, y logra llegar a la estufa, apaga el fuego, pero antes de que pueda voltearse, resbala de nuevo golpeando una canasta con frutas y huevos que salen lanzadas hacia Fregoso, quien se cubre entre gritos. Cubro mi boca para ocultar mi risa, y cuando ella me mira, finjo sorpresa.
- ¡Mira lo que has hecho aquí! ERES UN DESASTRE. - Me toma de la muñeca y me guía con brusquedad fuera de la cocina, Lejía nos sigue arrastrándose por el suelo, temeroso de volver a ponerse de pie allí dentro, lo observo con una risilla por lo gracioso que luce.- NO TE QUIERO EN LA COCINA, Y COMO CASTIGO TENDRÁS DOBLE TRABAJO HOY: EN LA LAVANDERÍA Y POR LA TARDE LIMPIANDO LA COCINA ASÍ AMANEZCAS ALLÍ. - Me planta frente al tubo que conduce a la lavandería y me doy la vuelta hacía ella. Estoy realmente feliz de que haya funcionado, pero trato de esconderlo detrás de una mirada de terror fingida. - Y por cierto, ¡20 más a tu cuenta! -Exclama satisfecha. Sus manos golpean mis hombros, haciendome lanzar un grito mientras caigo.