Acepto, enlazando mi mano a la suya. Siento su firme agarre, como el de alguien que sostiene lo más preciado y no desearía soltar jamás. Sin embargo, comprendo que tal pensamiento es solo un suspiro imaginativo mío en la realidad.Nos deslizamos hacia el centro sin apartar nuestras miradas. Se coloca frente a mí, cuidadosamente colocando sus manos detrás de su espalda.
- ¿Con que música se supone que bailaremos? - le cuestiono enarcando una ceja.
Inclina su cuerpo hacia adelante y susurra:
- Imaginemos nuestra propia sinfonía...
Sonreímos cómplices, intentando mantener la solemnidad a pesar de las risas inevitables por el intento de imitación; rigidez y elegancia de la alta sociedad, sumergiendonos en nuestros roles.
Willy, con su porte encantador, me examina detenidamente y extiende nuevamente su invitación. Una vez más, estoy aquí, tomando su mano.
Por un momento, me siento la protagonista de un cuento de hadas: él, el caballero gentil, divertido, valiente, caballeroso y apuesto. Sin olvidar que es el más magnífico chocolatero.
Comenzamos a andar lateralmente, moviéndonos en una melodía imaginaria.
Añadiendo un toque de dramatismo a los segmentos más prolongados, extiendo mis brazos lado a lado, provocando una risita divertida y cómplice en Willy, quien se une imitándome.
Nuestros pasos se deslizan sobre la pista, dibujando giros que imitan una danza de ballet. En medio de los movimientos, nuestras miradas se cruzan, y, cautivados, nos detenemos por un instante para contemplarnos a la distancia. Él se aproxima con rapidez, toma mi mano, me hace girar, y en un acto instintivo, me atrae hacia él, envolviéndome en su abrazo.
Sus manos, cálidas y seguras, rodean mi cintura, me pega a su cuerpo y me eleva, iniciando un giro que agrega aún más magia a nuestro momento. Comienza a bajarme, mientras sostenemos contacto visual en todo momento. Nuestros rostros quedan a escasos centímetros.
Mis pies son devueltos al suelo, pero mi mente permanece en las alturas con este encantador chocolatero de ojos avellana.
De la mano, me da otro giro, y me anima a correr a su lado. Hacia los innumerables globos atados. Los toma y, sin detenernos, nos dirigimos directo al lago.
No lo dudo, no pregunto, no temo, solo confío. Exclamo sorpresa y sonrío maravillada cuando nuestros pies tocan el agua y parecemos correr en el lago.
- ¿Todos estos globos en verdad nos sostendrán por mucho? - pregunto, analizando mejor
- Lo harán. - responde él castaño muy seguro - Yo te sostengo.
Un impulso junto de nuestros pies en una balsa nos ayuda a elevarnos en el aire, aterrizando en el techo de Galerías Gourmet donde nuestro baile persiste.
Willy me cede espacio para bailar, permitiéndome girar sin cesar hacia él. Con aire enternecido, y rostro expectante, aguarda mi llegada, extendiendo los globos para que los tome. Al sostenerlos, siento como me elevan de vuelta en el aire, sorprendiendome una vez más. Y él, con cuidado, toma mis pies, posándolos en sus hombros, mientras ejecuta un giro majestuoso que me envuelve en vueltas interminables.
Entre risas lo observo, sintiendo una dicha inmensa, esa felicidad inefable que me brinda en este instante.
- Dame tu mano, Willy. - Le ruego.
Él corre hacia la punta del techo, se sujeta de la estructura que sobresale y extiende su mano tomando la mía.
Comienza a elevarse sin soltarse aún. Cuando finalmente lo hace, lo sujeto con fuerza; cualquiera diría que es un ángel sobrevolando la noche.
Su otra mano alcanza el aro de los globos, nuestras dedos rozan, los mios casi deseando unirse por completo con los suyos.
Descendemos hasta el centro de la plaza. Apenas nuestros pies rozan el suelo, él entrelaza sus dedos con los míos y me rodea la cintura, atrayéndome hacia él. Esta vez, soy yo quien toma la iniciativa, apoyándome contra su pecho mientras nos balanceamos en un baile pausado, lento. Moviéndonos de un lado a otro.
Sujeta mi muñeca y, con un suave impulso, me hace girar hasta atraerme de nuevo. Con otra vuelta más, finalmente quedó a un metro de distancia, unidos únicamente por el aro de los globos que ambos sostenemos.
Con absoluta certeza, me animo a decir:
- ¿Willy?
-¿Si?
- Todo ha dejado de pesar, incluso comencé a olvidar nuestros momentos horribles.
Sé mantiene absorto, mirándome con inigualable atención
- Eres lo mejor que en mi vida ha ocurrido. - me atrevo a confesar.
Su sonrisa expansiva me envuelve, pero poco a poco se desvanece. Sus ojos, de repente, revelan una profundidad intensa.
Da un paso hacia mí, luego otro, sin detenerse. Mi corazón salta en mi pecho al notar que sigue acercándose hasta quedar justo en frente. Inclina la cabeza, sus ojos fijos en mis labios, comenzando a acercarse lentamente.