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Hela retiró el cuchillo de hielo y, con una mirada desafiante, se apartó de Elysia. La joven se quedó sola en la habitación, sintiendo el peso de la amenaza que acababa de experimentar. Sabía que cada momento con Hela era un juego peligroso, donde un paso en falso podría sellar su destino.

Elysia respiró profundamente, intentando calmar el latido acelerado de su corazón. La habitación resonaba con el eco de la confrontación, y Asgard, en manos de Hela, se volvía un lugar más oscuro y amenazador con cada segundo que pasaba. Con determinación, Elysia se preparó para los desafíos que le aguardaban y las decisiones difíciles que tendría que tomar.

Afuera del palacio, Elysia contemplaba el cambiado panorama de Asgard. Las sombras de la tiranía de Hela se extendían por cada rincón, recordándole la magnitud del desafío que tenía por delante. Mientras caminaba por los pasillos vacíos, sus pensamientos se agitaron, y las palabras de su padre resonaban en su mente.

< Padre: ¡No te unas a Hela, Elysia! Ella destruirá Asgard, así como hizo con tu madre. >

Elysia reflexionó sobre las palabras de su padre y la inevitable colisión entre su lealtad hacia él y la fascinación que sentía por Hela. La joven valquiria sabía que estaba en una posición única para influir en los eventos que se avecinaban, pero también entendía el peligro que enfrentaba.

Elysia: No dejaré a Hela... ya no puedo.

Elysia, en medio de la intriga y la confusión, reflexionó sobre cómo podía suavizar la tensión con Hela. Consideraba qué gestos o palabras podrían aliviar la sensación de traición que había percibido en la Diosa de la Muerte.

Decidió acercarse a Hela con respeto y sinceridad, expresándole que su interés por conocer la verdadera historia de Asgard no era un acto de rebeldía, sino una búsqueda de comprensión y conexión. Quería asegurarle a Hela que, a pesar de las dudas y las preguntas, estaba dispuesta a seguir aprendiendo y colaborando en el nuevo orden que se estaba formando en Asgard.

Elysia intentó comunicar sus intenciones con calma y humildad, esperando que Hela pudiera percibir su sinceridad y que esta conversación contribuyera a construir una relación menos cargada de tensiones.

Elysia: Hela, entiendo que quizás te haya molestado lo que dije antes. No era mi intención ofenderte. Solo quiero entender el pasado de Asgard, para poder contribuir de la mejor manera.

Hela: (con un tono serio) No te equivoques, Elysia. No me ofendes. Pero no esperes que te cuente mis secretos tan fácilmente.

Elysia: (mirándola con determinación) Estoy dispuesta a aprender de ti, a colaborar. Si compartes tu conocimiento, podríamos gobernar Asgard juntas de manera más efectiva.

Hela: (sonríe de manera sutil) Eres astuta, jovencita. Pero no subestimes mi capacidad para discernir las intenciones.

Elysia: (bajando la mirada) Solo quiero que sepas que estoy aquí para ayudar.

Hela: (la observa en silencio por un momento) Veremos cuánto de eso es verdad con el tiempo. Pero por ahora, sigue entrenando. No toleraré la debilidad.

Días pasaron desde ese encuentro. Elysia continuaba su entrenamiento bajo la atenta mirada de Hela. La relación entre ambas era una compleja danza de poder y secretos compartidos a cuentagotas.

Un día, mientras entrenaban en la sala del trono, Hela interrumpió la práctica de Elysia de repente.

Hela: (con tono autoritario) Detente, Elysia. Algo no está bien.

Elysia: ¿Qué sucede?

Hela: (con mirada intensa) Siento una perturbación en Asgard. Algo oscuro se avecina.

HelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora