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Días después.
Hela observó cómo Elysia intentaba controlar sus poderes, especialmente los cuchillos de hielo, pero con cierta torpeza. Se acercó a ella con una mezcla de paciencia y determinación.

Hela: Tus trucos necesitan afilarse. Deberías estar agradecida de que estoy dispuesta a enseñarte.

Durante las sesiones de entrenamiento, Hela guió a Elysia con habilidad, corrigiendo sus movimientos y mostrándole los secretos para manifestar el poder del hielo de manera más precisa. A medida que avanzaban, los gestos se volvían más fluidos, y Elysia comenzó a sentir una conexión especial con Hela.

En un momento, mientras practicaban juntas, Elysia se encontró mirando a Hela de manera diferente, no solo como su instructora, sino con una admiración más profunda. Hela, por su parte, notó la creciente conexión y esbozó una sonrisa, sin revelar sus propios sentimientos.

Elysia: No sé cómo agradecerte, Hela. Nunca pensé que podría controlar esto de manera tan precisa.

Hela: No te equivoques, esto no es un favor. Estoy asegurándome de que seas una herramienta útil.

Con el tiempo, los entrenamientos se convirtieron en momentos íntimos de comprensión mutua. Elysia, sin darse cuenta, comenzó a sentir algo más que respeto por su maestra. Sin embargo, por el momento, lo mantuvo en silencio, sin saber cómo reaccionaría Hela.

Hela, a pesar de su actitud desafiante, notó los avances de Elysia y, de alguna manera, disfrutaba siendo la mentora de la joven. En uno de sus entrenamientos, Hela decidió llevar a Elysia a un lugar especial, alejado del bullicio de Asgard.

Hela: Necesitas aprender a utilizar tus poderes en situaciones reales. Ven conmigo.

Llegaron a un bosque cercano, donde Hela indicó a Elysia que se concentrara y canalizara su energía. Mientras practicaban, Hela no pudo evitar sentir una extraña satisfacción al ver el progreso de Elysia.

Elysia: Gracias por enseñarme, Hela. No sé qué haría sin ti.

Hela, con su mirada penetrante, apenas esbozó una sonrisa, ocultando cualquier indicio de afecto. Sin embargo, en su interior, algo comenzaba a cambiar.

En otra ocasión, durante un descanso entre sesiones de entrenamiento, Hela y Elysia compartieron una conversación más personal. Sentadas en un rincón del palacio, Elysia se atrevió a preguntar.

Elysia: ¿Cómo es que tienes tanto poder? ¿Y por qué decidiste enseñarme a mí?

Hela, por un momento, dejó de lado su fachada impenetrable y miró a Elysia con una expresión más suave.

Hela: Asgard necesita fortalecerse, y tú tienes el potencial para ser una fuerza considerable. Además, no me desagrada la idea de tener a alguien confiable a mi lado.

Elysia, con una mezcla de gratitud y curiosidad, aceptó sus palabras. A medida que los días pasaban, los momentos compartidos entre Hela y Elysia se volvían más frecuentes, y una conexión especial se tejía entre ellas.

Hela, a pesar de su dureza, continuaba guiando a Elysia en el camino de descubrimiento de sus poderes. En una tarde tranquila, Hela propuso una nueva lección en un rincón remoto de Asgard.

Hela: Hoy aprenderás a manipular las sombras. Es un poder útil, pero peligroso. Presta atención.

Elysia, concentrándose, siguió las indicaciones de Hela. Pronto, sombras danzaron a su alrededor, respondiendo a la voluntad de la joven. Hela observaba con satisfacción.

Hela: Bien hecho, Elysia. Este poder puede ser tu mejor aliado, pero también tu perdición. Debes aprender a controlarlo.

Mientras avanzaban en su entrenamiento, Hela mostraba un interés más evidente en la evolución de Elysia. En un momento de confianza, Elysia expresó sus dudas.

HelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora