-Memoria 7-

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Mae de la nada dejó a sus amigas atrás, pero tampoco significó algo bueno. Podría decir que Mae escaló a un peldaño de horror mayoritario cuando ya no se iba por las noches por ahí... sino que traía hombres a la casa. Se encerraban en su habitación y no salían en toda la noche, mas, de vez en cuando, se oían cosas extrañas que me preocupaban y yo lloraba, hasta que finalmente me acostumbré y ya no me afectaba.

A veces Mae llevaba hombres diferentes y en muchas ocasiones repetía con los mismos personajes. Ya era normal ver extraños en la casa, encontrármelos en el baño del pasillo o buscando qué comer en el refrigerador por las mañanas.

Cada estúpido hombre era peor que el anterior, y así fue descendiendo en lo que era casi un crimen en buen gusto hacia el género masculino. Borrachos, drogados, delincuentes... eran escorias, eran malos y repugnantes.

Ya yo dejaba de estar acostumbrada, me miraban raro de arriba hacia abajo y me daban miedo. Una vez uno de ellos, gracias a los descuidos y baja guardia de Mae, entró a mi habitación en medio de la noche e intentó abusar de mí. Cuando ella escuchó mis gritos, llegó corriendo y le rompió un cristal en la cabeza que dejó al sujeto inconsciente, luego llamó a la policía y lo encarceló.

No obstante, por primera vez en mucho tiempo, Mae me prestaba atención y no dejaba de pedirme perdón por lo ocurrido. Se disculpaba y reconocía que era una mala madre y me llamaba su chica madura. No me sentía bien con eso, pero de alguna forma y aunque suene raro, me alegraba un poco de que ese sujeto intentara abusar de mí, a pesar del evento canónico y traumático que representa en mi vida, gracias a él, Mae era más lo que solía ser. Fuese como si ese momento le hubiese abierto los ojos y recordado que yo existía y que me había echado a un lado por completo como si yo fuera nada.

Finalmente, Mae había vuelto.

Sensaciones que parecen colores fluorescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora