-Memoria 13-

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Ver a Mae caer en las drogas fue como ver nacer a un monstruo, pero peor aún, fue como ver a ese monstruo destruirse a sí mismo. Todas las noches, Mae se drogaba hasta quedarse dormida o perder el conocimiento, y bueno, para ella, ambas opciones eran lo mismo.

La primera vez que encontré a Mae desmayada, llamé a emergencias y ella estuvo a punto de perder mi custodia, así que ella me pidió casi rogando que nunca volviera a hacer eso, pues si lo hacía, nos iban a separar, y ella no quería perderme a mí también. Todas las noches yo lloraba, sin saber qué hacer; perderla o dejar que ella encontrara auxilio a su manera.

Para una pequeña niña, esa decisión implicaba mucha responsabilidad.

Mae era un desastre más y más grande, hasta que finalmente perdió su trabajo.

Entonces se abrió a un medio económico fácil, dinero fácil, sin esfuerzos ni complicaciones. Las apuestas.

Sin embargo, las apuestas son una montaña rusa, a veces arriba rozando el cielo, otras abajo rayando el suelo. Y ella tuvo muchos vuelcos.

Con las semanas, la casa estaba llena de boletos de lotería por todos los rincones, llena de cartas rotas de póker y cigarrillos a medio pisar. Muchos apostaban por gusto, diversión o vicio, Mae lo hacía por desesperación, y con la esperanza de siempre ganar, siempre perdía.

Desafortunadamente, Mae no sólo estaba absorta en malos vicios, sino que, para añadidura, ella también se había convertido en una apostadora compulsiva.

Sensaciones que parecen colores fluorescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora