Sensaciones que parecen colores fluorescentes

-Memoria 25-

Ella desapareció, se esfumó.

Mae no volvió a aparecer. Sólo se había ido. Sin dejar explicación o razón, sin dejar rastro y sin verdaderamente despedirse, otra vez, sólo se fue.

Pensé que, a pesar de su condición, esta iba a ser otra ocasión en la que ella huye, la policía la encuentra o ella misma regresa. Realmente nunca imaginé que esa iba a ser la última vez en la que ella huiría, justo porque fue la primera vez en la que nunca regresó.

Y tras tantos años de sentir que la perdía, tras tantas desapariciones dolorosas y noches de ausencia, recibir esa llamada de la policía notificando que habían encontrado un cuerpo sin vida y que... podría ser ella... tras todo eso, mi vida se sentía como si había perdido todo el sentido. Si es que alguna vez lo tuvo...

Sólo sé que una parte de mí se fue y murió con ella. Una parte de mí siempre estuvo muriendo con ella.

Lentamente, como un veneno que corre lento por la sangre. Como un cáncer que te consume, y aunque luches por sobrevivir, acaba contigo.

Ella habrá sido lo más doloroso que me tocó vivir, porque también fue lo más doloroso que me tocó ver morir.

Y yo nunca... ni un solo día dejaré de pensar en ella.

Y no tengo fe en dejar de llorar antes de intentar dormir por las noches o en cualquier momento del día.

Y nunca entenderé por qué la sigo amando como si no hubiese muerto.

Pero todos los días me sigo haciendo la misma pregunta.

Si en vida murió más de una vez...
Y lloré todas sus muertes...
¿No debí yo acaso... acostumbrarme?