-Memoria 24-

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En su último año de vida, podría decir que Mae y yo habíamos alcanzado una relación estrecha y más sólida. Era entendimiento, aceptación o resignación... Ya sabía que no cambiaría, ya sabía que no iba a dejar de hacer esas cosas que no debía y ya sabía que ella me necesitaba. Que siempre me necesitaría ahí. Como también lo hacía el abuelo.

Entendí que la única forma que tenía de entenderla un poco era entrar más en su mundo. La acompañaba todas las noches al bar y la esperaba mientras la veía beber.

Si no puedes contra el enemigo, únete a él, pensaba.

Ya no podía hacer nada más para retener lo insostenible. Entendí que a veces ya simplemente no hay nada más que hacer que aceptar la derrota.

La acompañaba para que no se metiera en problemas, pero también para que regresara a salvo a casa después de estar ebria. Se supone que yo no debía entrar a ese tipo de lugares, pero conocía al dueño. Yo sólo quería asegurarme de que ella estuviera bien... y de paso, ya que iba todas las noches por un largo rato, el dueño me dio trabajo. No era mucho, pero hacía algunas horas al día...

Después de tantos años, sentía que tenía una conexión más estable con ella. Mae era una histérica, había enloquecido, perdido la cabeza, tal vez estaba completamente loca... pero una parte de ella seguía viva en algún rincón de su interior, y de vez en cuando la sacaba. Incluso, a veces sentía que... tal vez nunca dejó de quererme.

Citas con el psiquiatra, citas con una botella de alcohol o con una caja de cigarrillos, decidí estar para ella en lo que ella me permitía.

Sabía que la perdía mientras más se embriagaba y divagaba... pero ya ninguna fuerza era capaz de hacerla regresar. Así que la veía consumirse como un reloj de arena, siempre con ojos humedecidos, lloraba incluso antes de perderla.

Con dos trabajos y tantas responsabilidades, ya no tenía mucho tiempo para los estudios. Ya no estaba en cursos avanzados y no era la alumna estrella, pero pasaba todos los exámenes con A. Lo último que hizo Mae por mí fue darme un pequeño cofre lleno de dinero con una nota escrita a mano, mal trazada y de letra torpe.

«Matricúlate en un buen colegio, ten un buen futuro. Perdón por haber permitido que dejaras tu vida atrás para intentar salvar la mía. Perdón por lo que no sabes de mí y perdón por lo que tal vez descubras y no te guste. Perdón por haberte olvidado y perdón porque eres lo suficientemente autosuficiente para ser la adulta responsable que necesitabas.

Pd: Es dinero limpio, no te asustes.

Marilee Mae, aunque no lo merezca, todavía tu madre».

Sensaciones que parecen colores fluorescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora