-Memoria 23-

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Mi mala suerte era parecerme tanto a Mae. Era casi un castigo. Crecí y yo era su misma imagen, el mismo cuerpo, la misma cara, el mismo cabello... A rasgo físico diferente, mis ojos azules. Me parecía tanto a Mae que no creía que un hombre tuvo algo que ver con mi nacimiento.

No quiero exagerar, pero me parecía tanto a ella que también pagué sus platos rotos muchas veces. Como aquella vez que caminando por la calle, fui atacada por dos mujeres, que no parecían tener un lugar al cual les preocupara volver. Me confundieron con Mae, me golpearon y patalearon como un balón de fútbol, pero aún peor que todo eso, me apuñalaron a grado de quedar varios días hospitalizada.

Quisiera decir que denunciarlas sirvió de algo, porque nunca dieron con ellas.

Sensaciones que parecen colores fluorescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora