Mae estuvo a punto de perder mi custodia varias veces, pero el abuelo ahuyentaba a los agentes de la seguridad social.
El abuelo Ben se había convertido en todo lo bueno en mi vida, se hizo cargo de mí desde los nueve años y había sido la única imagen paterna que tenía, pero como todo lo bueno dura poco, lamentablemente, con los años iniciaron unos síntomas lentos y letales. A mis trece años, al abuelo le diagnosticaron demencia.
No estuve sola en todo ese tiempo, Jack y una mujer muy bondadosa que vivía al lado, llamada Dolores, siempre estuvieron para ayudar.
Experimentaba un tipo de dolor diferente cuando veía la tristeza reflejada en los ojos de Jack al ver al que una vez fue su gran amigo, olvidar toda su historia, todo lo que habían vivido juntos, y gritarle como si fuera un extraño al que debía temerle.
Cuando el abuelo Ben se alteraba y actuaba atemorizado, lleno de miedo de que todas las personas a su alrededor sólo quieran hacerle daño, atacarlo o lastimarlo de alguna forma, Jack era quien más fácilmente podía controlar la situación. Lo tranquilizaba como si tuviese un don para ello.
Como si el amor fuese realmente paciente y todo lo soporta; él solía decirle repetidas veces, sin parar, sin desespero y sin cansancio:
«—Mientras yo esté contigo, nadie podrá jamás herirte».
Me dolían.
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Sensaciones que parecen colores fluorescentes
ChickLitCon una dura condición, Maggie tiene la oportunidad de obtener una beca completa para estudiar en una universidad de élite para chicos en Manhattan. Tras la muerte de su madre, ella tiene que adentrarse a un mundo de retos y de nuevas experiencias p...