Actualidad.
Montecarlo, Mónaco.✿
Apenas giré la llave en la cerradura de la puerta y eché un breve vistazo hacia el interior, pude sentirme en casa. Finalmente habíamos encontrado un nuevo hogar.
Aunque estaba cansada por el largo viaje desde Bolonia a Montecarlo en autobús, salté repetidas veces sin ser capaz de borrar la sonrisa de mi rostro. Fausto, a mi lado, estaba impactado por las vistas, y sus pequeños ojos verdes irradiaban felicidad absoluta. Mi hijo me acompañó en los brincos de emoción mientras nos tomábamos de las manos. Pocos segundos después, no pude contener el impulso de abrazarlo y girar en mi lugar con él en brazos.
Volví a cerrar la puerta, porque aún no podía creer que todo esto nos estuviera pasando. Después de tantos sacrificios…
Sin querer entrar, recorrí el jardín delantero con la mirada, tratando de sellar cada detalle en mi memoria. En la entrada, justo sobre el gran arco de piedra, había una buganvilla rosada, que me recordaba a las blancas casas griegas de Santorini. Rodeando el camino de piedras grises, habían plantados algunos claveles y otra especie de flor blanca que no pude reconocer. Los árboles no eran muy grandes, pues aparentaba que habían sido enterrados allí hacía poco tiempo.
Todo era una estupenda maravilla.
──¡Mira, mamá, hay un bicho! ¿Cómo se llama? ──preguntó Fausto con curiosidad. Con su dedo índice señalaba a un insecto, mientras que su otra mano sostenía a su autito favorito. Se llamaba Ran-Ran; lo habíamos apodado así porque ese era el sonido que hacía él de bebé para hacerme entender que quería su autito. Yo se lo había regalado cuando hubo cumplido los tres meses de edad, ya que fue lo primero que compré cuando descubrí que estaba embarazada. Él nunca se separaba de ese ─en realidad no tan─ viejo juguete.
Parece que fue ayer aquella tarde oscura y relampagueante, donde la lluvia golpeaba fuertemente el vidrio de las ventanas. Junto a mi madre, ocupaba un asiento en la sala de espera del hospital, aunque de vez en cuando me levantaba para caminar sin parar de un lado a otro, preguntándome si tenía anemia o era algo más. Esperaba ansiosamente que pasaran los minutos para ver el resultado del análisis. Y, cuando vi el «positivo» en la prueba de embarazo en sangre, mi cuerpo se paralizó, el reloj frenó sus agujas y la Tierra se detuvo por algunas milésimas de segundo. No tardé mucho, pero luego de comprender que tenía una nueva vida formándose en mi vientre, saladas lágrimas se deslizaron por mis mejillas, mojándolas y enrojeciéndolas. Mi mundo se cayó, por último, cuando tuve que contárselo a Dino…
¿Qué había hecho mal?
No quise caer nuevamente en esos pensamientos intrusivos, así que preferí contestar:
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Tu sei Saetta McQueen? | Charles Leclerc
Fanfiction𝗧𝗦𝗦𝗠 | Tras quedar con cicatrices, tanto físicas como psicológicas, Chiara Catalano toma la arriesgada decisión de alejarse de su ciudad natal y mudarse a Montecarlo, la desconocida capital de Mónaco. Junto a su hijo de dos años, producto de un...