07. Secreto revelado

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Sakhir, Baréin

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Sakhir, Baréin.

──¡Quédate quieta un segundo, Chiara! ──me reprendió mi amiga boloñesa con un fastidio fingido.

Estábamos en mi habitación de alojamiento ─la cual compartía con Gine─ alistándome para cierto acontecimiento que solo lograba ponerme los pelos de punta.

En cuanto Ginevra y Kika se percataron de que Charles me había invitado a cenar con él, después de haber regresado al hotel, se dirigieron corriendo a mi habitación para comenzar a prepararme. Sin exagerar, me arrojaron a la ducha mientras ellas decidían qué ropa iba a usar; y finalmente, se decidieron por un ajustado vestido rojo ─que evocaba el característico color de Ferrari─ con una pequeña abertura en el muslo, combinado con unos tacones de punta negros.

En aquel instante, Kika me estaba alisando el cabello con una plancha térmica, mientras que Gine me maquillaba simultáneamente. Le solicité un maquillaje simple, con delineados difuminados hechos con lápiz y un labial de tonalidad nude.

Kika me apresuró y pidió que me coloque los zapatos con rapidez, no obstante, mis manos carecían la suficiente preparación para adquirir esas habilidades.

──¡Quédate quieta! ──repitió Ginevra.

──¡¿Cómo puedo quedarme quieta si tengo que ponerme los zapatos ahora mismo?! ──pregunté sarcásticamente a gritos.

Gine me suplicó que lo dejara para otro momento y que solo me concentrara en no mover mi cuerpo. Me tuve que compeler a hacerle caso si no quería ser golpeada luego. De esta manera, poco después, ambas concluyeron su tarea y chocaron los cinco con unas extensas sonrisas en sus rostros, seguidas de una extraña conversación de chistes sobre lo que pasaría después de la cena.

Por suerte, el Ángel de la guarda me salvó de mis propias amigas y sus locuras, y tocó mi puerta dando tres golpes continuos.

──Termínate de poner los zapatos, por favor ──me gritó Kika al mismo tiempo que iba a abrir la puerta. Ya no podía verla, pues la entrada estaba cruzando un pequeño pasillo y yo no tenía acceso visual a esa zona en específico──. Hola Charles, ¿cómo estás? ──le preguntó en voz alta, seguramente para que pueda escucharla.

Al descubrir quién se encontraba detrás de esa alta puerta, mi estómago se removió y los pensamientos de mi mente fueron invadidos por una sola pregunta: ¿realmente quería cenar con Charles?

Despejé mi mente velozmente, estando convencida de que mis acciones eran las correctas.

──Estoy bien, ¿y tú? ──se escuchó a la distancia.

Su voz era calmada y suave, pero dadas las circunstancias me ponía nerviosa.

──Igual. Enseguida viene Chiara, se está poniendo los zapatos ──comentó mientras miraba hacia atrás, en mi dirección, con los ojos entrecerrados.

Tu sei Saetta McQueen? | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora