𝗧𝗦𝗦𝗠 | Tras quedar con cicatrices, tanto físicas como psicológicas, Chiara Catalano toma la arriesgada decisión de alejarse de su ciudad natal y mudarse a Montecarlo, la desconocida capital de Mónaco. Junto a su hijo de dos años, producto de un...
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Montecarlo, Mónaco.
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La fecha de mi cumpleaños finalmente había llegado: diecinueve de diciembre. El tricentésimo quincuagésimo cuarto día del año, y eso por ser año bisiesto. Era un día después del cumpleaños de Billie Eilish y uno antes del de Irama. Ese dato era, sin duda, el más importante de todo esto.
Era mi cumpleaños número veintitrés y estaba realmente emocionada por ello, porque, por primera vez en un par de años, compartiría el momento con personas que verdaderamente apreciaba ─menos mi hermano, por cuestiones laborales─, no con mis padres ni amigos falsos, que al fin y al cabo eran mis "enemigos".
──Ma, 'tas muy bonita ──dijo mi hijo, deteniéndose a mi lado luego de correr de un lado a otro jugando con uno de sus autos de juguete. Cada tanto, se detenía y me miraba con una sonrisa de orgullo que hacía que mi corazón se derritiera.
Sonreí al verlo tan pequeño y lleno de amor, siempre anhelando el bienestar de su madre.
──¿Te parece? Aún no termino...
──Pero sempre te ves bonita, ma ──insistió con un tono decidido. Me acarició la mano con sus pequeños dedos y luego regresó con sus juguetes.
Me había puesto un vestido de manga larga color granate que caía suavemente hasta mis tobillos, acompañado por unos stiletto nude que estilizaban lo poco de piel que se alcanzaba a ver. Para protegerme del frío, elegí un abrigo negro con un cinturón del mismo color. Mi maquillaje era sencillo: un delineado suave y labios de un tono rosado con gloss.
Cuando finalmente estuve lista, Fausto se acercó para inspeccionar.
──Ahora te ves como una princesa, mami.
──Gracias amor. Tú eres mi principito hermoso ──lo alcé y giré su cuerpo por los aires, él reía divertido ante el movimiento──. ¿Vamos? Ya casi es hora.
Busqué mi teléfono y marqué el número del servicio de taxis. Al colgar. Me aseguré de tener todo listo: mi bolso, las llaves y un abrigo extra para Fausto. Cuando escuchamos el claxon del taxi afuera, tomé a mi hijo de la mano y salimos hacia el frío día de diciembre, listos para mi celebración.
Llegamos al restaurante Blue Bay Marcel Ravin con unos minutos de antelación. Había reservado una mesa con vista al mar, porque sabía que las luces cálidas del lugar crearían una atmósfera acogedora. Y las imágenes de Internet no mentían, ya que ese efecto era real.
No pasó mucho tiempo antes de que apareciera Ginevra, acompañada por Kika y Pierre detrás de ella. Gine llevaba un abrigo amarillo que resaltaba su personalidad vibrante, mientras Kika y Pierre parecían la pareja perfecta con su estilo coordinado; él con un jersey azul marino y ella con un conjunto de falda y suéter beige.