23. Entre la espalda y la pared

1.9K 211 29
                                    

Montecarlo, Mónaco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Montecarlo, Mónaco.

──Entonces, a ver si entendí bien. En mi propia celebración de cumpleaños, ¿casi te coges a Charles en los baños de hombres? ──dejó caer su mandíbula al comprender todo lo que le había contado anteriormente──. Nunca pensé que podrías ser una sbrìndola, pero te superaste, por lo que se ve.

──¡Oye! ¡No digas eso de mí! Solo seguí tus consejos...

──Oh claro... eso no es cierto. Yo te dije que te calentaras con un poco de vodka y luego buscaras a Charles para... para charlar adecuadamente ──se excusó.

──Por supuesto, eso dijiste... ──levanté mis hombros, sabiendo que ambas estábamos siendo sarcásticas──. Pero dejando de lado mi supuesta sbrìndola interior, ¿qué tal va lo de la lista de invitados? ──pregunté, haciendo referencia a mi cumpleaños.

Siempre me había gustado que Ginevra cumpliera años el mismo mes que yo, porque así podía tener una idea de cómo festejar mi cumpleaños cuando tocase mi turno. Esta vez, para no copiarle a mi amiga, decidí invitar a ciertas personas a un almuerzo en Blue Bay Marcel Ravin, un restaurante de alta cocina con una excelente vista al mar.

¿Era caro? Sí, lo era. Pero merecía la pena. No todos los días me puedo permitir ir a un restaurante que ganó dos estrellas Michelin.

──Bastante bien. Aunque, hablando de eso... ──Ginevra se cruzó de brazos y me miró con una sonrisa demasiado maliciosa para mi gusto──, ¿ya decidiste si lo vas a invitar?

──¿A quién? ──fingí no entender, aunque el calor subiendo por mi cuello me delataba.

──A Charles, claro. ¿A quién más?

Suspiré, dejándome caer en el sofá. Mi mirada se perdió en el techo, como si allí pudiera encontrar respuestas.

──No lo sé, Gine. Es complicado... ──admití.

──¿Complicado? Vamos, Chiara, como si no te hubiera manoseado entera. Solo es una invitación, no una propuesta de matrimonio.

──¿Y si malinterpreta todo? No es que no lo haya disfrutado, al contrario, pero no sé cómo sentirme al respecto. Me da miedo que algo haya quedado extraño entre nosotros, ¿qué tal si se arrepintió? ──pregunté, sintiendo cómo el nudo en mi pecho se hacía más grande.

Ginevra rodó los ojos y se sentó a mi lado. Me puso una mano en el hombro, como si quisiera transmitirme calma.

──Si hay algo que me queda claro de Charles, es que sabe leer las señales. Si lo invitas, será porque realmente quieres que esté allí, y él lo sabrá.

Quería creerle, pero las dudas seguían persiguiéndome.

──Supongamos que lo invito. ¿Qué pasa si viene y las cosas se ponen... raras?

Tu sei Saetta McQueen? | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora